La pulsión es fuerte. “Los sentidos son la puerta de entrada de calorías”, dice mi colega argentina Mónica Katz. Es por eso que las dietas que eliminan por completo grupos enteros de alimentos generalmente fracasan y los rebotes de peso y vaivenes de emociones son mucho más peligrosos que el sobrepeso en sí mismo.
ESTRATEGIAS PARA REPENSAR LA FORMA, EL TIEMPO Y LA CANTIDAD QUE COMEMOS
1. Usar todos los sentidos
Comer es una experiencia sensorial en la que no sólo interviene el gusto. “Si nos damos el tiempo de ‘llenar’ la vista, el olfato y el tacto con lo que vamos a comer es probable que tengamos una sensación de saciedad mayor que si sólo satisfacemos el gusto”.
2. Arriba los permitidos
La saciedad es clave. Los humanos tendemos a comer más de lo que necesitamos. En parte por eso que los especialistas llaman el “instinto del mono completador” (almacenar para cuando no haya más), pero sobre todo porque estamos emocionalmente ligados a la comida. Lo que nos gusta es lo que más comemos. Por eso prohibir los permitidos es tan ineficaz. El inconsciente siempre se venga y para quien castiga sus cenas dejando de lado todos sus deseos, la revancha casi siempre viene de la mano de un atracón. Por otra parte, tampoco es negocio tener la alacena o la heladera llena de opciones permitidas porque la tentación es difícil de resistir .
3. Aprender a elegir
La selección es otra de las armas contra el instinto devorador. Cómo compramos va a determinar cómo comemos. Y, en términos nutricionales, el supermercado es mucho más peligroso que la selva.
4. Comer en familia
Recuperar las comidas caseras y sociales. “Comer en soledad hace mal”. Es más probable que solos nos salteemos el paso de saborear el plato permitido, comamos más rápido y, sin la mirada del otro, no paremos hasta terminar la fuente.
5. Ajustar la porción a un plato
La tentación va de la mano de la variedad. Cuanto más haya para comer, más comeremos. “Las porciones del principal y la guarnición deben entrar en un plato normal y no rebalsarlo y hay que saber decir que no a los tenedores libres.
Comer casero, sin culpa, en porciones adecuadas, despacio, de buena calidad, saborear y disfrutar, planificar y comprar bien, son algunas de las premisas para cuidar el peso, resistir las tentaciones y ¡seguir viviendo a la comida como un placer!
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