Uno de los casos más emblemáticos es el de la raza ovina Dorper, representada por la presidenta de la Asociación Paraguaya de Criadores de Dorper, Carmen Ortigoza, quien celebró recientemente una venta récord: más del 30% de los animales vendidos en un remate fueron adquiridos por compradores de Uruguay y Argentina. “Vendimos 109 lotes, más de 200 animales en una sola jornada. Fue una fiesta ganadera. Lo más emocionante fue que otros criadores ovinos apostaron a iniciar con la Dorper por su rendimiento”, señaló Ortigoza.
La Dorper, de origen sudafricano, es una raza 100% carnicera que se adapta a climas tanto fríos como cálidos, lo que la hace especialmente atractiva en la región. En apenas 15 años, Paraguay se posicionó como el tercer país en América en términos de calidad genética en esta raza, solo detrás de Brasil y México. Sin embargo, un punto pendiente es la incorporación de tecnologías reproductivas más avanzadas, como la producción y exportación de embriones. “Faltan genetistas especializados en ovinos. Por eso, hoy la exportación se hace mayoritariamente con animales en pie”, explicó Ortigoza.
En el ámbito bovino, el liderazgo paraguayo está más consolidado. Empresas como Vitrotech desempeñan un papel crucial en el desarrollo de embriones congelados, lo que permite una exportación más eficiente y escalable. “La tecnología de embriones congelados ha sido clave para abrir mercados en el Mercosur y América. Hoy se exportan cientos de embriones por lote, lo que representa una ventaja logística y económica frente a los animales vivos”, señaló Karina Ramírez, socia de la firma.
A pesar de los avances, la especialización en genética bovina sigue siendo limitada. La mayoría de los técnicos en producción in vitro de embriones se formaron con experiencia práctica en empresas locales. “En Paraguay no hay una carrera formal que forme a estos profesionales. En nuestro caso, el 90 % del equipo se formó dentro de la empresa”, detalló Ramírez. La falta de formación académica especializada sigue siendo un cuello de botella, pero también una oportunidad para universidades y centros de innovación tecnológica.
Un ejemplo de este fortalecimiento de la genética animal paraguaya es la reciente importación de embriones de la raza Polled Hereford, concretada el pasado 3 de junio desde la cabaña Valle Chico, del Dr. Héctor Bonomi, en Uruguay. Los embriones fueron adquiridos por un consorcio de cuatro cabañas nacionales: Agroganadera Punta Riel, La Tranquera, Cuatro Vientos y La Brava. Esta operación, coordinada por los centros genéticos Gensur (Uruguay) y Guajhó (Paraguay), marca un hito sin precedentes para esta raza en el país.
En el segmento porcino, el dinamismo también es notable. Granja San Bernardo, ubicada en Naranjal, importa desde Dinamarca genética de la empresa DanBred, considerada una de las más avanzadas del mundo. “Hasta la fecha introdujimos 600 animales y, para diciembre, queremos llegar a los mil ejemplares para renovar completamente nuestra genética. Ya hay otras granjas interesadas y, en algunos meses, podremos abastecer al mercado local”, explicó Hugo Schaffrath, responsable del proyecto.
La genética porcina que hoy se maneja en Paraguay es equivalente a la utilizada en países como Brasil, EE.UU. y Europa. Según Schaffrath, eso posiciona al país en igualdad de condiciones en términos de calidad, aunque aún queda camino por recorrer en escala y volumen.
El mercado paraguayo de genética animal, en sus diversas especies, enfrenta desafíos como la profesionalización, la inversión en infraestructura tecnológica y la generación de volumen exportable. Sin embargo, los casos concretos de éxito demuestran un potencial creciente que no solo aporta al desarrollo ganadero local, sino que también posiciona al país como un proveedor confiable en el exigente mercado internacional.