Paraguay lidera red internacional para rescatar semillas nativas y criollas de América Latina

(Por SR) Desde el Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas (Cemit/UNA), Paraguay encabeza un ambicioso programa de alcance regional que busca rescatar, conservar y valorizar semillas criollas y nativas, fundamentales para la seguridad alimentaria y la identidad cultural de los pueblos. El proyecto, financiado por las Naciones Unidas, involucra a cuatro países: Paraguay, Perú, Cuba y Panamá, y se enfoca en las especies agrícolas de mayor relevancia local. En el caso paraguayo, los protagonistas son el maíz, el poroto y el sésamo.

“Estamos trabajando con variedades que ya casi no se encuentran, como el poroto manteca o algunos tipos de maíz (abatí), que tienen una altísima riqueza genética adaptada a nuestro territorio”, explicó Antonio Samudio, investigador del Cemit y coordinador del proyecto Rescate de semillas criollas y nativas de Latinoamérica y el Caribe, en entrevista con InfoNegocios.

La iniciativa se centra en recuperar semillas directamente desde las comunidades rurales e indígenas, donde aún se preservan cultivos tradicionales con un enorme valor nutricional, agronómico y cultural. “Ellos son los verdaderos custodios de este banco genético vivo, y muchas veces ni siquiera son conscientes de la importancia que tiene lo que producen”, destacó Samudio.

Además de la colecta, el equipo del Cemit realiza estudios de calidad sobre el material genético recolectado: viabilidad, vigor, estado sanitario, y presencia de enfermedades o insectos. Esto permite establecer un diagnóstico técnico que sirva de base para posteriores capacitaciones a pequeños productores. “Nuestro objetivo es mejorar la calidad de las semillas sin alterar su identidad, ayudando a los agricultores a mantenerlas activas y productivas en sus chacras”, subrayó el investigador.

Hasta la fecha, el equipo ha identificado entre 10 y 12 variedades únicas de maíz, 6 de poroto criollo y otras 6 del poroto manteca, además de materiales de sésamo. Aunque algunas variedades pueden repetirse en apariencia, los análisis de laboratorio permiten individualizarlas y reconocer su valor genético único. A medida que avancen las colectas, estos números podrían aumentar, abriendo nuevas oportunidades para el desarrollo de productos diferenciados y con potencial de mercado.

Uno de los hitos recientes del programa fue el Primer Taller Internacional de Rescate y Conservación de Semillas Criollas y Nativas de Latinoamérica y el Caribe, realizado a inicios de junio en Cuba, donde Paraguay tuvo un rol protagónico. Allí se compartieron experiencias con investigadores de países como Costa Rica, que están evaluando el aporte funcional de los maíces criollos en la nutrición humana. “Es fundamental marcar presencia en este tipo de espacios. Que Paraguay lidere esta iniciativa habla del compromiso que tenemos con la biodiversidad y la soberanía alimentaria”, señaló Samudio.

En agosto próximo, nuestro pais será sede de una nueva ponencia sobre el tema en el marco del 6° Congreso Nacional de Semillas, donde se presentarán los primeros resultados de los análisis realizados en el laboratorio del Cemit. Asimismo, están previstas más jornadas locales y virtuales en conjunto con los países miembros de la red.

De cara al futuro, el proyecto busca expandirse hacia otras especies poco estudiadas, como las curcubitáceas (zapallos y calabazas), plantas medicinales y hortalizas tradicionales. Según Samudio, la producción local de semillas de tomate, papa o ajo podría reducir significativamente la dependencia de insumos importados, pero cada especie requiere un enfoque de investigación particular. En este sentido, se están explorando alianzas con los socios regionales, como Panamá, donde se trabaja con tomates criollos.

“Conservar semillas no es solo guardarlas en bancos, es mantenerlas vivas en las chacras, en las cocinas, en las tradiciones. Cada semilla que se pierde, es parte de nuestra historia que desaparece”, concluyó Samudio.

La apuesta de Paraguay por la biodiversidad y la agricultura sustentable no solo fortalece la identidad nacional, sino que también posiciona al país como un actor relevante en los nuevos modelos de desarrollo agroalimentario con enfoque ambiental y cultural.

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