En conversación con InfoNegocios, Corsi recordó que Paraguay construyó durante décadas una matriz energética basada casi exclusivamente en la hidroelectricidad. “Son 50 años que, con Itaipú y las binacionales, tuvimos soberanía energética y nunca la necesidad de diversificar, porque contábamos con energía abundante, excedente y limpia”, señaló. Sin embargo, advirtió que ese escenario está cambiando.
Según explicó, informes oficiales y proyecciones de las propias binacionales indican que el país podría alcanzar su techo de disponibilidad eléctrica en un horizonte de cinco a seis años. El motivo es la llegada de inversiones industriales electrointensivas, que demandan grandes volúmenes de energía para producir. “No podemos contar con el excedente para siempre, y sabemos que eso va a terminar”, afirmó.
En ese contexto, la diversificación de la matriz energética aparece como una necesidad estratégica. Allí entran en juego los biocombustibles y otras energías renovables, que —según aclaró— no buscan reemplazar a la electricidad, pero sí cumplir un rol esencial, especialmente en el sector del transporte. “En la parte vehicular, los biocombustibles reemplazan a los hidrocarburos”, explicó.
La dependencia del petróleo importado es, para Corsi, uno de los principales factores de vulnerabilidad del país. Paraguay no produce hidrocarburos, depende del río para su logística y carece de salida al mar, lo que limita su poder de negociación frente a otros países de la región. “Podemos pasar de ser un país exportador de energía a uno que importe energía eléctrica”, advirtió.
Desde la mirada de BIOCAP, los biocombustibles representan algo más que una alternativa técnica: son una herramienta de soberanía energética. “Los producimos desde el campo, desde la agroindustria, a partir de excedentes de materias primas como aceites vegetales y cereales”, sostuvo el titular del gremio.
La nueva ley, además, abre una ventana para atraer inversiones al sector energético, tanto extranjeras como locales. No obstante, Corsi fue enfático en señalar que el verdadero desafío está en la reglamentación. “En Paraguay no falta plata; falta seguridad jurídica”, afirmó. Para el empresario, los inversores necesitan reglas claras, estables y ejecutables, sin cambios sorpresivos en el camino.
Asimismo, remarcó que la ley no debe verse como un punto de llegada. “No es hacer una ley y después no avanzar. Hay que reglamentarla, acompañarla y ejecutarla”, dijo, resaltando la necesidad de coordinación entre el sector público, los gremios y las instituciones.
Corsi cerró con una reflexión de largo plazo: así como hace más de cuatro décadas el país apostó a Itaipú sin certezas inmediatas, hoy se requiere el mismo espíritu estratégico. “La Ley 7.599 no debe verse como un punto de llegada, sino como un punto de partida”, concluyó, advirtiendo que garantizar la seguridad energética será clave para el Paraguay de los próximos 20 años.