“Pintar es mi refugio. Si dejo de hacerlo, me deprimo”, confesó en conversación con InfoNegocios. Esa frase resume una vida entera dedicada a transformar madera, lienzo y objetos cotidianos en regalos cargados de sentido.
Una artista desde siempre
Evelyn estudió con referentes del arte paraguayo y también en el legendario ISA, la escuela creada por Olga Blinder en la Facultad de Arquitectura. No terminó la carrera, pero la necesidad de crear era más fuerte que cualquier título. “Mi vocación nació conmigo”, dice, y basta mirar su obra para comprenderlo.
Desde muy joven empezó haciendo murales, restaurando muebles de su mamá y su abuela, y dando nueva vida a objetos olvidados. Sus amigas fueron las primeras en descubrir su talento: le llevaban muebles antiguos “tirados en depósitos” para que ella los transformara en piezas hermosas, llenas de color y simbolismo.
Esa chispa inicial se convirtió en Eve Jacks Arte, su marca personal y su sello. No necesita otro nombre: ya es conocida simplemente como Evelyn o EVE Jacks, y eso alcanza.
Piezas únicas que llevan alegría a distintas partes del mundo
Cada pieza es única. “La gente me pide tonos específicos, animales, flores, naturaleza. Siempre es algo especial para esa persona”, explicó.
Una de las historias que más la emocionó ocurrió cuando una mujer de Ciudad del Este le pidió una silla de estilo con mariposas para enviarla a una amiga en Curitiba, que estaba atravesando una depresión profunda. Evelyn preparó la pieza con la dedicación de quien sabe que el arte también puede abrazar. La envió por Correos Paraguayos y al recibirla, la destinataria rompió en lágrimas de felicidad.
“Que mi trabajo llegue a personas que están pasando por un mal momento… eso me emociona siempre”, dice con una mezcla de orgullo y humildad.
Sus obras ya viajaron a Curitiba, Encarnación, Ciudad del Este, Buenos Aires, e incluso Estados Unidos. Algunas como decoración; otras como regalos que cargan historias familiares, despedidas o celebraciones.
Pero detrás de los colores vivos y las mariposas que repite en muchos de sus diseños, hay una mujer que dio una pelea silenciosa y gigante porque este año estuvo enfrentando un cáncer de cuello uterino.
Durante los tratamientos, cuando la quimioterapia dejaba el cuerpo débil, Evelyn hacía algo que sorprendía a todos: seguía pintando.
“Cuando tenía un ratito en el que me sentía mejor, agarraba un pincel. Aunque no tuviera pedidos, pintaba igual. Necesitaba pintar. Eso me mantenía en pie”, recordó.
Sus clientes la esperaron durante sus pausas. Y cuando volvió a levantarse, volvió con más fuerza, más proyectos y más amor propio.
“Pintar me salvó, me ayudó a pensar en el futuro, a no quedarme solo con lo que estaba viviendo. Fue mi refugio”, dice.
Un estilo marcado por la naturaleza, los animales y la sensibilidad
Evelyn puede pintar prácticamente cualquier estilo: hindú, turco, abstracto o figurativo. Pero su corazón está en la naturaleza. Los colibríes, los carpinchos, las flores, los arbustos y las mascotas ocupan un lugar central en su obra.
“Me cuesta la figura humana, no me atrae tanto. Pero pedime un animal y soy feliz”, dijo entre risas.
Sus cajas tipo cofre —que se venden desde G. 280.000 hasta G. 480.000— desaparecen apenas las sube a Instagram. Los cuadros varían según tamaño y complejidad, desde 1.300.000 guaraníes en adelante.
Un emprendimiento que inspira a través de cada trazo
Evelyn no solo vende arte; vende emociones. Sus piezas son refugio, memoria, alegría, consuelo. Y también prueba de que la resiliencia humana puede tener forma de pincel.
“Mis clientes me dicen que mis trabajos les generan paz. Y eso es lo mejor que me pueden decir”, afirma.
Hoy, completamente recuperada, Evelyn vuelve a “pintar a fondo”, como ella misma dice, agradecida por haber ganado la batalla más grande de su vida.
“Soy una guerrera, pero el arte fue mi espada”, resumió.
Quienes quieran ver su trabajo pueden encontrarla en Instagram como @evelyn_jacks_arte, donde cada publicación es una historia nueva que comienza con un pincel.