“Mi emprendimiento nació en una combinación entre desesperación y pasión por el arte”, cuenta Joel, el fundador de la marca. “Me lancé porque no quería conformarme con poco y arranqué buscando ideas de poder plasmar las cosas que sé, que me gustan y también que podrían ser atractivas para el público”.
Neo Cuadros crea carteles de neón personalizados, pensados para adaptarse a la identidad propia de cada lugar. Pues no se trata solo de decoración sino más bien de una herramienta para comunicar, captar miradas y, sobre todo, vender más. “Hoy en día realmente si uno no aparece, pues no vende”, explicó Joel. “La idea es tratar de mejorar su visualización para que sea atractivo tanto en redes sociales como también a la vista de los demás cuando pasen”.
Lo suyo no es una fórmula única aplicada en masa sino más bien es escuchar, entender y asesorar, no estandarizar en un solo estilo. “Nos basamos en lo que es el rubro, vamos mostrando opciones de cosas que ya hicimos y en caso que no les guste, nosotros desde cero vamos plasmando lo que es su idea y algo que sea diferencial”.
“Nos enfocamos en tratar de adaptarnos al objetivo del cliente. Muchas veces la competencia se enfoca solamente en un tipo de cartel, en cambio nosotros no estandarizamos un solo estilo, sino que buscamos qué es lo que mejor se adapta al estilo de cada local”, comentó.
Actualmente la firma ha alcanzado clientes en todo el país, mediante pautas publicitarias llevando luz y diseño a Ciudad del Este, Pedro Juan Caballero, Concepción y más ciudades a lo largo y ancho de todo el país. En cuanto a los precios son bastante accesibles, arrancando desde G. 300.000 para piezas personalizadas.
Detrás del neón también existe una filosofía. “Un negocio que ayuda a los demás es que tiene asegurado el éxito”, dice Joel. “Nosotros siempre tratamos de dar ese seguimiento para seguir ayudando para que todos podamos crecer acá en el país como emprendedores”.
Así, desde un impulso personal y una pasión innegociable, Neo Cuadros se convirtió en una herramienta de cambio y no solo para su propietario, sino que cambio de espíritu y esencia de cada empresa que los elige porque cuando el arte se pone al servicio de los demás, el brillo no es solo visual, también es humano.