La enfermedad se produce por un virus transmitido por un mosquito infectado y, según Mazzoleni, lo que generaría en el organismo una reacción exagerada del propio sistema inmunológico, “es decir, las defensas del propio organismo sufren una confusión y atacan a el propio cuerpo, probablemente, en virtud de un estímulo”, afirmó.
Los dolores corporales normalmente aparecen en niños, jóvenes y adultos, de ambos sexos, aunque “sí es más notorio en personas que tienen lesiones. Incluso, parecería haber una predilección de la dolencia por atacar zonas lesionadas previamente en el cuerpo”, expresó.
El especialista puso como ejemplo los casos de pacientes con artrosis de rodilla, hombro doloroso o problema del tobillo, etc., quienes tienden a experimentar más dolores en zonas previamente lesionadas.
No obstante, el cuadro de chikungunya, a diferencia del dengue, afecta de forma predilecta a las articulaciones, en vez de los huesos largos, como suele verse en el dengue; pero también se puede presentar dolores musculares y tendinitis de todo tipo, agregó el médico.
Signos de alarma
Mazzoleni señaló que, al igual que en el dengue, la chikungunya también evidencia algunos signos o síntomas que indican una versión grave de la enfermedad. Específicamente, cuando el paciente presenta somnolencia, mareos o dolores abdominales importantes; o cuando no puede retener líquidos o alimentos y hay una predisposición a la deshidratación. En estos casos, se debe consultar inmediatamente.
Además, enfatizó que ante la duda, las personas con enfermedades de base o con alguna vulnerabilidad (diabetes, enfermedades cardiacas, renales o hepáticos, problemas oncológicos o que recibieron un transplante) deberían consultar con un médico.
Versiones de la enfermedad y tratamiento
Según el reumatólogo, existen tres versiones de la enfermedad, la más frecuente se presenta en alrededor del 70 a 80% de los casos y se extiende por una o dos semanas (autolimitada). La segunda versión más extendida dura entre tres semanas y tres meses, mientras que la tercera versión es la crónica y supera la barrera de los tres meses.
La primera y segunda versión de la patología predomina entre el 85 y 90% del total de casos, de acuerdo con Mazzoleni. “La estrategia del tratamiento se basa en controlar el dolor y la inflamación, porque sabemos que la enfermedad, tarde o temprano, con mayor o menor intensidad, eventualmente se diluye y se apaga. Por ende, no se usan medicamentos específicos antirreumáticos en estas etapas, sino que usamos analgésicos variados y antiinflamatorios. En tanto que, en casos selectos, pero más severos, usamos corticoides”, remarcó.
Mientras que a las personas que desarrollan una afección crónica se les administra antirreumáticos específicos, que se “prestan” de otras enfermedades como la artritis reumatoide.
Pronóstico
“El pronóstico de la enfermedad es muy bueno, más allá de los síntomas y la severidad que pueden afrontar los pacientes que la padecen. En términos generales el 95% de los casos terminará diluyéndose y apagándose, probablemente, en un periodo no mayor a tres meses. Como habíamos mencionado, el 80% de los pacientes tendrá una versión de entre una y dos semanas”, recalcó.
Mientras que el 5 y 10%, −síntomas que se extienden por más de tres meses−, de los afectados podría desarrollar artritis crónica con una duración de uno o dos años, lo cual demanda un tratamiento específico.
Mazzoleni remarcó que la inmensa mayoría de las personas se recuperará en un periodo de tres semanas, otro grupo importante se recuperará dentro de los tres meses y un porcentaje pequeño (se empezará a ver a partir ahora), porque la epidemia está atravesando los primeros tres meses. A criterio del reumatólogo, este último grupo es el que requerirá un tratamiento más a largo plazo, con medicamentos más delicados, mínimamente por seis meses.