Una cosa es contar con una normativa que obliga a una acción concreta y otra que dicha acción, a pesar de no ser obligatoria, sea recomendada. Ante la duda de seguir utilizando la mascarilla, es importante recordar que la misma es una herramienta de salud pública fundamental para prevenir la propagación del COVID-19, y otras enfermedades como la influenza, y que usar cualquier mascarilla es mejor que no usar ninguna, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU.
Más allá del tipo de producto que se elija, la mascarilla se debe ajustar bien al rostro sin que queden huecos en los bordes o alrededor de la nariz y debe resultar lo suficientemente cómoda cuando se usa correctamente. En síntesis, deben quedar ajustadas a la nariz, la boca y el mentón, sin dejar huecos.
Particularmente, en el caso de las mascarillas de telas, las más eficaces son las fabricadas “con varias capas de tejido entrelazado firmemente, como el algodón. Una mascarilla con capas impedirá que pasen más gotitas a través de esta o que se filtren al exterior. El uso de una mascarilla no aumenta el nivel de dióxido de carbono en el aire que respiras”, según el portal de la Clínica Mayo.
El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPB) recomendó que el uso imprescindible del tapabocas debería ser cuando: presentar síntomas respiratorios (tos, dolor de garganta, rinorrea, fiebre, etc.), en servicios de salud, en hogares de adultos mayores. Mientras que el uso altamente recomendable se da: en el transporte público, taxis y aerolíneas; en espacios cerrados mal ventilados, con aglomeración de personas tales como centros educativos, establecimientos comerciales (tiendas, supermercados, etc.), cines, teatros.
Así también, el MSPBS recomienda ventilar ambientes para prevenir enfermedades que se transmiten por el aire, mediante gotas y aerosoles, como es el caso del COVID-19 y la influenza, entre otras. Así también se debe continuar con el lavado de manos.
El uso o no de mascarillas, ya sea con mayor o menor protección, según el CDC, depende de factores como: cuidar a alguien enfermo con COVID-19, si se corre mayor riesgo de enfermarse gravemente, si se sufre de inmunodepresión, o los adultos mayores y las personas con ciertas afecciones subyacentes, si es una persona que trabaja en lugares donde debe interactuar con una gran cantidad de personas como por ejemplo conductores de autobuses y trabajadores de tiendas de comestibles.
Otros momentos son al viajar en aviones, buses, trenes u otros medios de transporte público, especialmente si lo hace por periodos prolongados en medios de transporte atestados, cuando no es posible respetar el distanciamiento físico o cuando se encuentra en lugares públicos cerrados o al aire libre muy concurridos, y si no está al día con las vacunas contra el COVID-19.