Macarena Ruiz, hija del recordado artista y una de las organizadoras principales, relató para InfoNegocios que, como familia, se vienen preparando desde principios de año para llevar a cabo la procesión de Tañarandy con el mismo esquema que su padre había diseñado durante más de tres décadas. La familia se dividió tareas: mientras los hijos varones y la madre se enfocan en la logística, Macarena y su hermana, formada en cine, lideran la parte creativa. Esta estructura permitió movilizar a más de 150 personas, entre técnicos, actores y colaboradores, que fueron empleados para la realización de los cuadros vivientes y la procesión de la Dolorosa, que se podrán apreciar durante esta Semana Santa.
Pero detrás del componente cultural y religioso, Tañarandy también representa una movilización económica significativa. La edición 2025 del evento recibió una inversión total de G. 250 millones, provenientes de la EBY, Itaipú y la Municipalidad de San Ignacio. Este capital fue clave para cubrir la producción de más de 20.000 candiles artesanales, 2.000 faroles, 400 antorchas, vestuarios y escenografías.
Según Macarena, este apoyo estatal es una conquista reciente, que se fortaleció en esta edición. En años anteriores, la mayoría de los recursos provenía directamente del trabajo artístico de Koki, quien financiaba la actividad vendiendo sus obras. “Este es nuestro año de prueba, y estamos haciendo todo para que esté a la altura de lo que organizaba mi papá”, señaló.
El impacto comercial no se limita a la inversión inicial. La llegada de miles de visitantes durante la Semana Santa dinamiza todos los sectores de San Ignacio y comunidades vecinas. “Los hoteles reservan desde el miércoles, los comercios se preparan con semanas de anticipación, y la gente de Tañarandy alquila piezas, patios para camping o instala puestos de comida frente a sus casas”, detalló la organizadora. El evento ha creado un ecosistema comercial que beneficia a toda la zona, generando ingresos para pequeños emprendedores, restaurantes, transportistas y artesanos.
Macarena destaca que lo que comenzó como una reunión familiar, con un viacrucis a la luz de las velas, fue creciendo espontáneamente, sin campañas ni promoción formal. “La tradición fue conquistando a la prensa, al turismo y luego al comercio. Es una combinación de cultura, espiritualidad y economía local”, reflexionó.
Con esta edición, la familia Ruiz busca no solo mantener viva la memoria de Koki, sino también consolidar Tañarandy como un modelo de gestión cultural comunitaria con impacto económico. “Queremos que esto continúe, que los niños del futuro sigan hablando de mi papá, que las escuelas lo recuerden como el artista que fue. Y que San Ignacio siga siendo un punto de referencia en Semana Santa, no solo para la fe, sino también para el desarrollo”, concluyó Macarena.
El desafío ahora es sostener este legado sin la figura de su impulsor, articulando el trabajo familiar, el apoyo estatal y la respuesta del público. Mientras tanto, Tañarandy sigue iluminando Misiones, no solo con sus faroles, sino también con oportunidades para toda una comunidad.