¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Empecé vendiendo naranjas en la cancha de River Plate, vendiendo verduras en su patio. Mis amigos me llamaban Buen Día, porque todas las mañana yo aplaudía para vender mi canasta de frutas, les saludaba temprano con un buen día y ellos, cuando me veían para jugar fútbol, me decían: “Mbaeteko pio Buen Día”. Más tarde, con un tablero de revistas inicié Kiosko 653, que hoy es El Lector.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
En el crecimiento siempre encontramos dificultades. Posicionar una empresa, una marca, tiene su tiempo y ahí uno puede encontrarse con limitaciones. La mía era que tenía que seguir estudiando, tenía que trabajar también y las dos cosas al mismo tiempo eran difíciles. Llegó un momento en el que no podía pagar mis estudios ni mantener a mi familia y estuve a punto de vender el Kiosko 653 por G. 10.000; en 10 cuotas de G. 1.000. Un amigo mío muy cercano, Julio Vera, se enojó conmigo porque yo le ofrecí el puesto. Entonces, él me prestó su saco con el que hice mi primer préstamo, que fue de G. 200.000. Ese saco tiene 45 años, pero lo sigo utilizando incluso hoy en algunos eventos.
En otra ocasión me pidieron que desaloje el local de Plaza Uruguaya, y me hicieron un allanamiento. Y buscando nuevos locales encontré lo que hoy es El Lector San Martín. En ese entonces era asesorado por el escritor Alfredo Seiferheld, quien me dijo: “pero es lejísimo, es el interior del país, ¿a quién le vas a vender?”. Considero que Alfredo, en ese momento estuvo en lo cierto, pero ahora esto es el corazón comercial de la zona.
También pasé por situaciones muy complicadas. El Lector estuvo a punto de irse al remate porque ya no podía pagar las cuotas que tenía pendiente. Estaba lleno de estrés, ni dormir podía, parecía un zombie. Hasta que un día salí a caminar, no sabía a dónde iba; y de repente entré a un banco, dije que quería hablar con el presidente o con el gerente. De una oficina salió un señor, hablamos un rato y luego quedamos en que él me iba a esperar al día siguiente a la misma hora. Fui el otro día y me dijo: “El Lector sigue ahí, y los sueños de Pablo Burián no se van a interrumpir, nosotros vamos a responsabilizarnos de la deuda”. Cuando El Lector cumplió 45 años le invité y le rendí un homenaje. Si no fuese por él, lo que hoy es El Lector, no hubiera existido.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Tener una familia y que hayan seguido mis pasos. Mi familia se comprometió y le dio continuidad a lo que inicié hace 50 años. Puedo ver el legado de El Lector.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
El mejor consejo que recibí al inicio de mi carrera fue el de mi mamá; ella siempre me decía: “Hijo, vos viste que todos tus hermanos fueron a la Argentina a buscar trabajo, ni siquiera terminaron sus estudios, yo quiero que vos leas y que no te canses de entrar en contacto con los libros”. Yo tenía que marcar una diferencia en la vida.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamará?
El Estado debería ser siempre un aliado. A veces hay muchos obstáculos, pero siempre tenemos esperanza.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
El empresario paraguayo, en un mercado pequeño como tenemos acá, se muestra muy innovador, siempre busca seguir creciendo. Lo que le faltaría es ser más solidario, más humano con el pueblo.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Debe tener una formación constante. Debe buscar desarrollarse, crecer, y los libros son una buena herramienta para ello. Hasta ahora creo que los libros son determinantes, transformadores, milagrosos, a mí me generaron cambios radicales.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
El vendedor más grande del mundo de Og Mandino.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Yo oro mucho antes de salir de mi casa, vengo con mucha energía y busco transmitir esa energía a mi equipo. Les traigo siempre al presente, quiero que sientan que son importantes dentro de la estructura, que hay que desarrollar las acciones con sentimiento, con amor, con mucha espiritualidad, para que todo sea con éxito y se sientan satisfechos.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Con la actividad física, practicando deportes, yo siempre juego fútbol. El ejercicio ayuda a combatir el estrés.