Violeta Ceuppens de La Pradera: “Hoy el requerimiento no es solamente la formación intelectual sino también la emocional”

Hoy está a la cabeza de un emprendimiento que empezaron sus padres. Violeta Ceuppens, es presidenta del directorio de La Pradera, a donde llegó apenas salida del colegio secundario y donde logró, con su trabajo, posicionar a la marca como sinónimo de calidad. Su actividad empresarial también se desarrolló en Pollos Pechugón, el otro emprendimiento de la familia Ceuppens.

¿Cómo empezó su carrera empresarial?

Me gradué en el colegio Las Teresas y seguí la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Columbia. Pero trabajo en la empresa familiar desde que terminé el colegio, a los 18 años. A finales de 1995 mi papá me preguntó si me podía hacer cargo de La Pradera, que fue inaugurada en mayo de 1996. Acepté y fui gerente general de la empresa desde el principio.

¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresaria?

El mayor impacto fue cuando mi papá decidió instalar la planta láctea en el Chaco, en el Km 80, varios ganaderos del Bajo Chaco manifestaron su intención de hacerse tamberos, pero nunca ocurrió. Y como mujer, a lo mejor mi posición fue privilegiada por ser la hija del dueño y por eso nunca sentí que fuera un obstáculo. Sí, somos pocas las mujeres que trabajamos en la industria. Eso se ve en los congresos donde los hombres son el 90% y nosotras somos poquísimas, pero no creo que sea un problema.

¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresaria?

Nuestro mayor éxito es haber posicionado a la marca y que los clientes la busquen e identifiquen como producto de calidad, que es lo que siempre fue La Pradera; y prueba de eso es que trabajamos en exclusiva con clientes que son exigentes, con certificaciones internacionales, como McDonald´s y Burger King. Justamente este año fue la evaluación de los productos internacionales y salimos muy bien posicionados, comparativamente, con el resto del mundo. Y eso nos fortalece para seguir adelante.

¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?

Trabajamos muy cordialmente en la Cámara Paraguaya de Industriales Lácteos (Capainlac). Claro que cada uno cuida su imagen y su marca, pero tenemos muchas acciones en conjunto, como haber conseguido que la merienda escolar sea paraguaya. Y cuando alguien tiene algún problema, como los cierres de ruta, trabajamos en conjunto para la solución porque al final los problemas son comunes. Así que el que mejor puede comprender mi problema, asistirme, darme un préstamo, aconsejarme, es el industrial lácteo.

¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba comenzando su actividad empresarial y se lo daría a otro empresario?

Primero, que haga bien sus números y que sea perseverante. No es fácil empezar y mucho del secreto está en ser perseverante en lo que uno hace y con suficiente cintura para ir moldeando a medida que los tiempos, los productos o los clientes lo requieren, para llegar al éxito. Me doy cuenta de que a lo mejor por los medios modernos de comunicación, por las redes sociales y por la inmediatez, desde la comunicación no se genera ese ejercicio de la paciencia, de la perseverancia que hay que tener, porque las cosas van llegando, pero a su tiempo.

El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?

Totalmente. Pero el requerimiento hoy no es solamente la formación intelectual sino también la emocional. Hace 20 años no existían coachings, charlas ni ejemplos de motivación. Y hoy no solo nos movemos por lo que conocemos intelectualmente sino también por lo que nos motiva. Hoy la juventud que ingresa al trabajo tiene que sentirse motivada e identificada con la empresa, que va a desarrollarse intelectual y emocionalmente, porque si no, no van a durar.

¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?

Sufrimos mucho con el Estado durante la pandemia, para hacerles entender que la vaca no tiene COVID, que sigue dando leche, y que hay que seguir procesando, que no para. Así aprendimos a improvisar. Cuando uno mira países como Singapur, uno tiene la esperanza de que con honestidad todos podemos pasar al frente, convertirnos en Primer Mundo.

Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida.

Me encantan los libros de Dale Carnegie, a quien leí muchísimo para el éxito y el liderazgo. También los de John C. Maxwell, que me parece que son actuales y ayudan a aggiornarse, a comprender lo que va en el interés de las personas de nuestro entorno.

¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?

Con la relación directa y con el trabajo día a día, no hay otra forma: Acompañando, formando parte del equipo.

¿Cómo lidia con el estrés que causa la actividad empresarial?

El estrés es parte de la vida y lidiar con él está en uno. Uno se puede estresar por lo que vio en una telenovela con igual dimensión que por un problema grave. En mi caso siempre trato de parar la pelota y pensar qué es lo peor que puede pasar. Hay que tomar las cosas de a una, y en primer lugar lo fundamental del problema.

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