El año pasado quiso hacerlo realidad, pero el ritmo de la facultad y el trabajo le ganó la pulseada. La idea quedó anotada esperando su momento. Ese momento llegó este año, cuando se sentó con su prima Roberta Tiretta, nutricionista y amante de la repostería, y le contó lo que imaginaba. Roberta no solo aceptó la propuesta; la tomó como misión.
A esa conversación le siguieron recetas, pruebas, diseños y risas. Así nació Noretta, marca que combina los apellidos de ambas, pero también sus mundos: marketing y nutrición; creatividad visual y cocina saludable; estrategia y dedicación manual. El resultado son cajas de regalos personalizadas que mezclan estética, sabor y emoción.
Regalos que cuentan algo más
Noretta se mueve en un lugar donde lo manual sigue importando. Cada caja es pensada y armada por ellas, desde la selección de productos hasta la estética final. No se trata de juntar cosas bonitas, sino de construir una experiencia.
Camila dice que lo que buscan es ofrecer un regalo que no parezca sacado de una góndola. Que cuente algo sobre quien regala y sobre quien recibe. Por eso, se permiten detalles que toman tiempo: caligrafía, packaging, decoración, mensajes personales.
Hoy ofrecen tarjetas con palabras de cierre de año, bienvenida al 2026 e incluso versiones personalizadas con firmas o logos. No son productos neutros; son piezas que viajan con historia.
La audiencia que imaginaron al inicio era joven, de 18 a 25 años, personas con ingresos propios y ganas de regalar cosas distintas. Pero muy pronto descubrieron que su producto no tenía edad.
Llegaron pedidos de adultos de 60 o 70 años, regalos corporativos, obsequios para grupos de padres, empresas que buscaban sorprender a colaboradores.
Cuando recibieron pedidos desde Villarrica, entendieron que lo artesanal también puede viajar. Hoy envían a todo el país y ofrecen pick up en Las Mercedes y Villa Morra, intentando mantener siempre el mismo estándar de detalle.
Noretta nació como iniciativa de fin de año, pero no quiere quedar encerrada en diciembre. Camila y Roberta ya trabajan en colecciones para San Valentín, Día del Maestro, Día de la Amistad y otras fechas que mueven emociones y regalos.
La idea es seguir multiplicando opciones con combos cerrados, kits personalizados, productos temáticos. Pero sin perder aquello que las diferencia: la dedicación manual y el espíritu de regalo “pensado para alguien”.
Si hay algo que atraviesa a Noretta es un espíritu muy personal. No se trata de producción en masa ni de fórmulas repetidas. Es una forma de celebrar lo pequeño, lo íntimo, lo que todavía conmueve cuando aparece en la puerta de casa.
Camila dice que quienes compran este tipo de regalos valoran el tiempo y el amor invertidos. Que no buscan más objetos, sino gestos que hagan sentir.
Quizás por eso cuesta definir a Noretta solo como emprendimiento gastronómico o creativo. Es, antes que nada, una manera de hacer regalos, de ponerle sentido al acto de dar.
Lo que empezó como un deseo personal derivó en una empresa manejada por dos primas que, entre estudios y trabajos, encontraron tiempo para construir algo lindo.