La historia de La Clavelina comienza mucho antes de abrir sus puertas. Antonella contó que su acercamiento al arte comenzó en un terreno muy particular: su santería. Allí realizaba moldes de imágenes religiosas y las pintaba, una práctica que despertó su interés por las técnicas manuales y la artesanía. “A través de eso, fui conociendo a artesanos en Areguá, quienes me ayudaron con la moldería y los procesos iniciales”, relató.
Este acercamiento, posteriormente le permitió profundizar en el trabajo con yeso y arcilla, descubriendo un mundo nuevo que la atrapó de inmediato. “Empecé en 2017, cuando en Asunción prácticamente no había nada relacionado con la cerámica. Dependía mucho de los artesanos, así que investigué y busqué cómo formarme más en las técnicas modeladas en arcilla”, dijo Antonella. Se formó en Paraguay, posteriormente en Córdoba, Argentina, y en Barcelona, España, perfeccionando su técnica y conocimiento del oficio.
Con la experiencia acumulada, Antonella decidió abrir un pequeño espacio en 2018, inicialmente destinado a su propia producción de piezas. Invirtió en su propio horno y comenzó a experimentar con distintas técnicas y materiales. Poco a poco, la curiosidad y el interés del público la llevaron a expandir su espacio.
Hoy, La Clavelina ofrece talleres durante todo el año, donde los alumnos, desde principiantes hasta quienes llevan años, aprenden tanto técnicas manuales como el uso del torno para alfarería. “La cerámica es un oficio noble que te hace estar presente. Es un desafío para quienes comienzan de cero y quieren llegar a un resultado concreto, pero lo más lindo es todo el proceso: trabajar, abrir el horno y descubrir las piezas terminadas”, señaló Antonella.
Además de las clases regulares, La Clavelina organiza workshops exprés, diseñados para experiencias grupales y fechas especiales. “Hacemos talleres para despedidas de soltera, baby showers, cumpleaños infantiles y talleres abiertos en fechas como el Día de la Madre o la Primavera”, explicó la creadora.
Estos talleres aparte de enseñar técnicas de cerámica, también permiten a los participantes vivir la experiencia del arte de manera distinta. Incluso se combinan con otras disciplinas, como botánica, a través de impresiones sobre barro y pintura decorativa, creando experiencias innovadoras que conectan al alumno con la naturaleza y la creatividad.
La Clavelina mantiene grupos reducidos, con un mínimo de cuatro y un máximo de doce personas, para asegurar que cada participante reciba atención personalizada. “Esto me permite brindar una mejor experiencia, ya que me encargo de todo y puedo acompañar a cada alumno durante el proceso”, detalló Antonella.
Entre los próximos proyectos están los talleres navideños y de fin de año, y está explorando la posibilidad de ofrecer talleres de verano en San Bernardino, una iniciativa que busca acercar la cerámica a nuevos públicos y ofrecer alternativas recreativas en espacios turísticos.
Antonella destaca que la enseñanza en La Clavelina es mutua. “Yo también aprendo mucho de los alumnos. Es un aprendizaje compartido, constante y enriquecedor. Queremos que más personas conozcan lo que es trabajar con la arcilla, que es un oficio tan lindo y transformador”, aseguró.