“En los comienzos, Koga quería ser una aceleradora de empresas sociales, pero cuando salimos al mercado nos dimos cuenta de que no había muchas empresa sociales que acelerar. Entonces tuvimos que entender de manera más amplia nuestro rol en el mercado, y ahí fue cuando decidimos que lo que teníamos que hacer era desarrollar el ecosistema de emprendimiento social y con impacto”, comenta Bruno Defelippe, director ejecutivo de la empresa.
“Fue en ese momento que empezamos a trabajar colaborativamente con muchos otros actores de la sociedad civil y del sector público-privado, para desarrollar iniciativas que pudieran permitir que dicho ecosistema se fortaleciera”.
Koga es la primera empresa en obtener la certificación de Sistema B en Paraguay. Detrás hay un equipo comprometido con la idea de que el cambio social puede generarse desde la actividad económica.
Como empresa, Koga ofrece dos innovaciones interesantes, en palabras de Bruno Defelippe: “una es que el emprendimiento ya no puede estar disociado del impacto, al mismo tiempo que este no puede ser un nicho aislado de lo demás. Y la otra es que, normalmente las incubadoras y aceleradoras en el mundo son organizaciones sin fines de lucro. Pueden operar gracias a los subsidios. Nosotros no. Por eso, además de necesitar construir un ecosistema, necesitábamos construir un modelo de negocio adecuado a nuestra finalidad. Y lo conseguimos.”
Cinco unidades de negocio
Tras su nacimiento, Koga fue descubriendo las distintas necesidades de este ecosistema y fue creando unidades de negocios capaces de darle respuesta y soporte a las mismas.
En esta labor de identificar lo que faltaba se percataron de que la inspiración era bastante escasa. “Necesitábamos más motivación para que la gente se entusiasmase en esta nueva forma de emprender, y así nació Gramo”, acota Defelippe.
Gramo busca promover un nuevo modelo de éxito en la sociedad. Destacando los casos de gente que tiene éxito de otra manera, es decir, más allá de la rentabilidad económica, pero sin perderla de vista. “Gramo fue la primera piedra que pusimos en nuestra labor de ir construyendo una comunidad de personas interesadas en estos temas”, asegura Defelippe.
Con Gramo pudieron ver que había gente que sí estaba inspirada, que tenía muy buenas ideas sobre emprendimientos con impacto, pero que no tenía las herramientas para materializar estas ideas. Y así crearon el programa Transformadores, que actualmente va por su 5ta edición, y gracias al cual unos 300 emprendedores aproximadamente han podido acceder a herramientas para crear y/o desarrollar sus ideas de negocios.
El próximo paso fue generar espacios para que estos emprendedores pudieran dar el salto a la realidad de una empresa. Así apareció la división de concursos: Trampolín.
En Trampolín se cocinaron los Premios Tigo Conecta, el Innovation Lab que se hace con el BID y Samsung Soluciones para el Futuro.
“Al abrir un concurso la gente tiene la posibilidad de presentar sus ideas, las mejores ideas reciben apoyo ya en el proceso de postulación, después se hace una nueva selección y estas empresas reciben un apoyo adicional para presentarse a la final, donde podrán acceder a capital semilla y también a un proceso de incubación”, afirma Defelippe
De forma paralela Koga creó espacios de coworking llamados Loffice, que a día de hoy son cinco, con más de 300 coworkers vinculados. “Es una red que promueve la colaboración y el trabajo en conjunto”, asegura Bruno. Loffice se hizo mayor de edad y actualmente es ya una empresa independiente de Koga.
Llegados a este punto, y con cuatro unidades de negocios creadas, Koga pudo poner en marcha la incubadora y aceleradora que soñó ser en un principio. “Impact Lab fue lo primero que quisimos hacer y lo interesante es que pudimos hacerlo al final”, comenta Bruno Defelippe.
Impact Lab cierra el círculo del modelo de negocio de Koga, recibiendo a los ganadores de los concursos de Trampolín, para identificar junto con ellos las necesidades de sus emprendimientos y hacer una hoja de ruta que permita que las ideas se materialicen. Este acompañamiento se hace a medida, mano a mano, y con una metodología con sello propio.
“Nosotros somos facilitadores, pero es el emprendedor el que tiene que querer que pasen las cosas”, asegura el timonel. “Y hacemos todo eso con un equipo muy comprometido y talentoso, que es el mayor orgullo de Koga”.
La transrentabilidad y el nuevo paradigma del éxito
Cada unidad de negocio de Koga es rentable de por sí. Pero es la interacción de cada una de ellas lo que ha permitido, no solo dicha rentabilidad, sino algo igual de importante: construir el ecosistema de emprendimientos sociales y con impacto. Que hoy día los emprendedores que estén alineados con este modelo tengan una cobertura, un acompañamiento. Y que cada vez sean más las empresas interesadas en dar el salto.
Koga es un ejemplo de éxito, entendido desde un punto de vista holístico, como la vida misma.
“Nosotros nos preguntamos qué tipo de país queremos ser en el futuro y queremos generar un marco atractivo para un nuevo modelo de desarrollo. Creemos que es inadmisible que pasen ciertas cosas que le suceden a nuestros compatriotas, y todos debemos ocuparnos de eso, porque nuestro país se merece algo mejor. Hay muchas maneras de hacerlo, pero nosotros elegimos el camino de la empresa, porque las empresas tienen el poder (insospechado aun en nuestro país) de generar la transformación social. Y porque el modelo con el que hemos llegado hasta aquí no es sustentable”, culmina Defelippe.
Tu opinión enriquece este artículo: