Cobertura en siembra directa: una alternativa de producción que mejora el rendimiento (especial para zonas cálidas)

La siembra directa con cobertura puede brindar múltiples beneficios a los productores agrícolas. Por eso, la mayoría está apostando a su implementación en los cultivos, de manera a disminuir los embates de la cotización de la soja, maíz, trigo, chía u otros, y mejorar sus rendimientos que les permitan mayores ingresos.

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“Intentamos pasar de un suelo de uso ganadero a un suelo de uso agrícola. Mediante los cultivos de cobertura de siembra directa se obtienen mayores rendimientos en la cosecha de granos, y se aplica un método sustentable, que renueva las condiciones del suelo”, dijo Ludovic Capdevielle, propietario de la Estancia Amapola.

Según Capdevielle, es una excelente alternativa de producción. “Trabajamos sobre el mismo suelo –de casi 30 años de antigüedad–, pero ahora lo hacemos con este sistema. Con la rotación de cultivos, permitimos el enriquecimiento del suelo, incrementamos la rentabilidad de nuestro campo, y obtenemos un producto final de calidad, que puede ser destinado para la alimentación humana o animal”, aseguró.

Las coberturas son fundamentales en este proceso, por sus múltiples beneficios como la conservación del agua, la disminución de la temperatura en suelo, el control de la erosión, el control de las malezas y el incremento en los niveles de materia orgánica, refirió.

“La cobertura es lo más importante para tener cultivos en el Chaco o en zonas cálidas. La de materia seca al ras del suelo es preparada con antelación y permite crear una especie de colchón en la superficie, lo cual permite retener la humedad del suelo, evitando la evaporación rápida del agua y mantiene una temperatura fresca, muy por debajo de la temperatura ambiente. Por ejemplo, en caso de que haga 48 a 50 grados, la cobertura permite tener una temperatura en suelo de 35 grados aproximadamente”, aseguró.

En el caso de las 529 hectáreas de soja de la Estancia Amapola, Capdevielle señaló que para la implementación de este sistema fueron asesorados por la empresa paraguaya GPSA, que se encargó de supervisar todos los procesos que permitieron mitigar los efectos adversos.

“Existían unos puntos que debíamos cumplir, justamente para mitigar de forma eficiente cualquier daño. La primera condición era que el cultivo se realice en la mejor época de siembra para la soja, estipulada entre el 15 de diciembre y el 15 de enero, la segunda condición era que exista un perfil de humedad del suelo superior a los 80 centímetros, y la última condición, la más importante, que era tener una cobertura de materia seca al ras del suelo”, afirmó.

Por la mecanización necesaria, los costos de producción rondan los US$ 400 por hectárea, comentó Capdevielle. “Si en las condiciones establecidas se produce 1.650 kilos por hectárea, definitivamente se empata la inversión inicial, y obviamente se logra rentabilidad de la cosecha”, expresó.

Por el momento, en su estancia están manejando un promedio de 2.600 kilos por hectárea, casi duplicando la cifra de punto de equilibrio.

“Aplicamos este sistema de producción de granos en toda nuestra superficie, en distintas zonas y con distintos suelos, para ir midiendo los resultados en las distintas condiciones. Lo hicimos en un periodo bastante rápido, fue una jugada arriesgada, pero con el soporte indicado, podemos ver los resultados”, concluyó.

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