Colossus es una megaestructura diseñada para entrenar inteligencias artificiales con una potencia nunca antes vista. Ya opera con más de 200.000 GPUs de altísima gama, y Musk quiere llevar ese número al millón antes de fin de año. Nadie en el mundo —ni siquiera las grandes tecnológicas— se está moviendo tan rápido.
Detrás del proyecto está xAI, la nueva empresa de Musk que busca competir con OpenAI, Google y Meta en el desarrollo de modelos de lenguaje cada vez más sofisticados. El objetivo: convertir a Grok (su propia IA) en algo mucho más avanzado que ChatGPT. Y para eso, necesita entrenarla a una velocidad y escala nunca antes imaginadas. Ahí entra en escena Colossus.
Pero, más allá de los datos técnicos, lo que impacta es la magnitud del sueño. Estamos hablando de una infraestructura que ya demandó más de US$ 3.000 millones solo en hardware, que consume lo mismo que una ciudad entera en energía (150 megavatios diarios) y que necesita millones de litros de agua al día para mantenerse en funcionamiento. Para no depender de la red eléctrica, Musk instaló 168 baterías Tesla Megapack, con una capacidad de 650 MWh. Todo está pensado para que Colossus nunca duerma.
Musk quiere crear una AGI: una inteligencia artificial general, capaz de razonar, aprender y adaptarse como un ser humano. Y, si lo logra, el impacto será global. La forma en que trabajamos, estudiamos, nos comunicamos o tomamos decisiones podría cambiar para siempre.
Los expertos ya advierten sobre los riesgos éticos, ambientales y sociales de avanzar a este ritmo, sin una regulación clara. ¿Qué pasa si una IA tan poderosa queda en manos equivocadas? ¿O si desplaza millones de empleos? ¿O si nadie la puede detener?