La historia de Che Bagels comenzó oficialmente en diciembre de 2019 y poco después se vería atravesado por la pandemia. Aun así, la marca no solo logró sostenerse, sino que creció, consolidó una comunidad de clientes fieles (los llamados “bagel lovers”).
Desde sus inicios, la propuesta se apoyó en el concepto de ofrecer bagels al auténtico estilo neoyorquino, elaborados de manera artesanal y con foco en la calidad del producto. Rodríguez explica que uno de los principales diferenciales de la marca está en la frescura de los sabores y en la selección cuidadosa de cada ingrediente, desde su origen hasta su manipulación, respetando estrictos criterios de inocuidad.
La cocina, para Che Bagels, busca generar una experiencia emocional, donde el sabor funcione como un disparador de recuerdos y sensaciones. Algunas recetas que están muy presentes en esta época del año como el vitel toné nacen de fórmulas caseras y están pensadas para transportar al consumidor a momentos de hogar.
Detrás de cada producto hay un proceso artesanal que se mantiene incluso con el crecimiento del negocio. Todas las salsas, emulsiones, macerados y panes son elaborados internamente, con un fuerte énfasis en la excelencia y en el control de cada etapa de producción. A esto se suma una inversión constante en sistemas de refrigeración y tecnología aplicada a la conservación de alimentos, con el objetivo de evitar la contaminación cruzada y garantizar que el producto llegue en óptimas condiciones a la mesa del cliente.
La firma ofrece una carta amplia y segmentada. Los sándwiches individuales parten desde los G. 45.000, disponibles tanto en los locales como en plataformas digitales. Además, la marca desarrolló boxes de mini bagels, que permiten combinar distintos sabores y estilos en una sola propuesta. La oferta incluye opciones marinas, vegetarianas, carnívoras y de pollo, apuntando a distintos perfiles de consumo.
La apertura en San Vicente forma parte de una estrategia más amplia. Con presencia ya a nivel interdepartamental gracias al local de Ciudad del Este, la marca tiene en la mira nuevas plazas, como el sur y el norte del país. Rodríguez sostiene que el proyecto aún tiene mucho margen de crecimiento y que la idea es llevar el sabor neoyorquino a cada vez más ciudades.
En paralelo, el equipo ya trabaja en una segunda marca enfocada en panes artesanales elaborados con masa madre, que complementará el ecosistema gastronómico del grupo.