“Ella siempre se asoma al balcón para estar cerquita nuestro y de paso chusmear lo que pasa en la cuadra”, contaron Sebastián y Cesia, y esto terminó siendo el sello distintivo de la marca. Lo que diferencia a Perro Blanco es el trato, las charlas y esa vibra de bienvenida. “Queremos que cualquiera pueda disfrutar de un buen café sin sentir que es algo exclusivo o para algunos”, explicaron.
Perro Blanco ofrece bebidas frías y calientes, desde el americano clásico hasta mezclas más atrevidas, y muy frescas, con agua tónica, jugo de naranja o limonada con miel de caña. Las bebidas especiales ya tienen club de fans propio. “Varios nos dijeron que se vuelven un vicio”, dijeron. Además, agregaron que un diferencial clave son sus precios accesibles, pues el formato take away permite que el buen café no sea un lujo, sino un gusto cotidiano.
Uno de los fenómenos que más sorprende al dúo es la reacción espontánea de los clientes. Al pasar frente al local, muchos frenan, observan, sonríen, preguntan. Hay una vibra que engancha. “Nos tiran tan buena onda desde el primer momento. Sus comentarios y ánimos nos empujan a seguir creciendo”, señalaron.
Perro Blanco está en su etapa de consolidación. Ajustan detalles, afinan procesos y van avanzando paso a paso. La ambición está, pero también la prudencia. “La idea es expandirnos en el 2026. Crecer de a poquito pero firme”, adelantaron.
La agenda ya empezó a moverse. Perro Blanco está cerrando bodas y eventos corporativos para finales de este año y el arranque del 2026. Sus bebidas especiales están encontrando su propio espacio en celebraciones donde el café ya no es complemento, sino protagonista.
Como todo sueño que vale la pena, uno queda guardado para más adelante: organizar eventos propios. “Algún día”, concluyeron.