La exportación requirió cumplir con un protocolo sanitario exhaustivo acordado entre Paraguay y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA). El proceso incluyó una cuarentena previa en el país, exámenes clínicos, análisis de laboratorio y controles estrictos de instalaciones. A su llegada, el ejemplar debió someterse nuevamente a controles sanitarios en territorio estadounidense. Superar estos requisitos coloca a Paraguay en un nivel competitivo que hasta ahora parecía reservado a países con tradición más extensa en el negocio equino.
El envío se originó en la estancia Paz Santo, ubicada en el Chaco y certificada como centro apto para el manejo y la cuarentena de equinos de alto valor. Este establecimiento ya venía exportando material genético a países como Guatemala, Costa Rica, Uruguay, Perú y Brasil, pero hasta el momento no había concretado exportaciones de animales vivos. La salida de esta primera yegua marca un salto cualitativo para la cadena, que pasa de comercializar genética a exportar ejemplares completos, un proceso que demanda mayores exigencias sanitarias, infraestructura más especializada y un nivel superior de reconocimiento internacional.
El ingreso de un equino paraguayo al mercado estadounidense abre una ventana comercial relevante. Aunque este tipo de operaciones no se caracteriza por grandes volúmenes, sí implica un negocio de alto valor, en el que la genética, la calidad del entrenamiento y la reputación sanitaria del país tienen un impacto directo en el precio. En países de la región, como Brasil y Argentina, el comercio de caballos de competencia y reproducción mueve cifras millonarias cada año, con compradores distribuidos en América del Norte, Europa y mercados árabes. La habilitación sanitaria con Estados Unidos permite proyectar que Paraguay podría comenzar a posicionarse en este segmento, siempre que mantenga los estándares demostrados en esta primera exportación.
El impacto para la cadena productiva puede ser significativo. La exportación de equinos de alto rendimiento no solo genera ingresos directos para los criadores, sino que moviliza servicios complementarios como veterinaria especializada, entrenamiento profesional, herrería, transporte de animales de élite y servicios de cuarentena. También estimulará que otros establecimientos inviertan en infraestructura adecuada para cumplir con los requisitos sanitarios, lo que puede derivar en un ecosistema más robusto y competitivo.
La posibilidad de concretar nuevos envíos dependerá de la capacidad del país para sostener los parámetros sanitarios exigidos internacionalmente. Esto implica mantener niveles de trazabilidad, controles clínicos, instalaciones certificadas y procesos documentados que garanticen la salud de los animales antes y después del traslado. Al mismo tiempo, la habilitación con Estados Unidos actúa como una carta de presentación que puede facilitar conversaciones con otros mercados, especialmente aquellos con fuerte demanda de equinos destinados a actividades deportivas o reproducción.
El caso de esta primera exportación también plantea un cambio de percepción sobre la ganadería paraguaya. El país ya había demostrado su capacidad en genética bovina y en producción de carne de calidad, pero la inserción en el mercado equino premium representa una diversificación que le agrega sofisticación y valor a la oferta agropecuaria nacional. Es un segmento pequeño, pero competitivo y con márgenes atractivos, donde cada operación tiene peso estratégico.
El aterrizaje de la yegua paraguaya en Estados Unidos es mucho más que una anécdota. Es una señal de apertura, profesionalización y potencial para nuevas oportunidades que pueden colocar al país en un mapa donde todavía no figuraba. Si se mantienen las condiciones que hicieron posible este primer envío, Paraguay podría encontrar en la genética equina un nuevo nicho para expandir su presencia internacional y fortalecer la imagen del sector agropecuario.