La desestabilización de la macroeconomía derivó en altas tasas de inflación, crisis energética, niveles de deuda sin precedentes y una mayor desigualdad socioeconómica.
De acuerdo al último informe de Perspectivas económicas mundiales, se espera que el crecimiento mundial se desacelere del 5,5% en 2021 al 4,1% en 2022 y al 3,2% en 2023, impulsados por el menor apoyo fiscal y monetario.
A su vez, se estima que el crecimiento caiga del 6,3% en 2021 al 4,6% en 2022 y al 4,4% en 2023 entre los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED)
El economista Jorge Garicoche, explicó que cuando las potencias no están al alza, el efecto recae en todo el entorno. Así, cuando se desarrolla una desaceleración en las principales economías del mundo, se reduce la demanda externa de bienes y servicios.
Algunos puntos de preocupación que inciden en las cifras son los nuevos brotes de Covid-19, problemas en las cadenas de suministro y presiones inflacionarias, lo que conlleva a incrementar las vulnerabilidades financieras.
“La caída en el 2020 fue muy profunda en algunos lugares, por lo tanto el rebote hizo que se tenga un crecimiento más importante. Por eso se observan crecimiento mágicos en algunos países, pero en realidad es una ilusión estadística porque hay países que cayeron 15% en 2020 y en el 2021 crecieron 10%. Pero si te quedás con el 10% parece que creció muchísimo”, analizó.
Por ende, precisó que solamente se recupera el ritmo anterior que se venía desarrollando. Comentó además que el 2022 se ve amenazado por los factores mencionados, como la inflación que golpea al bolsillo. Paralelamente detrás de la inflación hay otras variables que siguen vigentes y no se resuelven, como los problemas logísticos que persisten a nivel mundial.
Mencionó que la crisis energética en China continental impactó en la macroeconomía, lo que ralentizó la producción y distribución, ya que producen gran parte de lo que consume el mundo.
“De vuelta también aparece lo que es la crisis inmobiliaria. Esto incide en el comportamiento global, que es cómo funciona EE.UU, China y la Unión Europea, que son los que mueven la aguja. Y la variante ómicron está haciendo muchos estragos y hay países con algunas restricciones con líneas aéreas que cancelaron vuelos en ciertos países”, expresó.
El analista significó que esto se traduce en la limitación de la evolución de los negocios, producción y se materializa en un menor Producto Interno Bruto (PIB).
Al referirse al plano local, dijo que había una perspectiva muy interesante de crecimiento para el 2022 en Paraguay, donde se avizoraba un 4,5% de crecimiento que más tarde bajó a 4% y ahora se halla en el orden del 3,7%, que a su vez está generando suspicacia sobre su concepción.
“Las complicaciones de la soja y todo el complejo ponen una tendencia a la baja de ese 3,7%. El PIB seguramente va a crecer en Paraguay. Pero probablemente hoy no sea en esa magnitud. Habrá que ver cómo se da en los siguientes meses. Se tendrá que ver si la zafriña del sector agrícola puede recuperar algo con lluvias, humedad, como para tener rendimiento”, ilustró.
En definitiva, agregó que las variables climáticas influyen sobremanera en el PIB de un país cuya materia prima agrícola es muy representativa y se ve golpeada por la prolongada sequía.
Recordó que el panorama a futuro difiere de lo proyectado a inicios del último trimestre del 2021 tanto a nivel local como global, cuando se tenía un cuadro más esperanzador.