El título del informe es Enviado a la Basura, cuyo objetivo es cuantificar el total de alimentos perdidos en las granjas a nivel mundial. Aproximadamente 2.250 millones de toneladas de alimentos no se consumen en todo el mundo cada año. La cifra representa un aumento de 1.000 millones de toneladas, si se compara con el último registro, que fue de 1.300 millones de toneladas.
En lo que respecta a los alimentos cultivados, aproximadamente el 40% no se consume y dicho porcentaje es superior al 33% registrado en el último informe del 2011. “La pérdida de alimentos es aquella que se da antes de que el consumidor tenga acceso a ellos. Se tiene en cuenta toda la cadena de valor desde la producción hasta la comercialización para identificar estadísticamente la cantidad de alimentos que se pierden en la producción”, comentó Díaz de Vivar.
Asimismo, explicó que el desperdicio se da después de que el consumidor compra los alimentos y al final no los termina consumiendo. Según el informe, las pérdidas per cápita en las explotaciones agrícolas son generalmente más altas en las regiones industrializadas. A pesar de tener una mayor mecanización agrícola y solo el 37% de la población mundial, −los países de ingresos altos y medianos de Europa, América del Norte y Asia industrializada− contribuye con el 58% de los desechos de las cosechas mundiales.
“El fenómeno que se da es que los países más desarrollados desperdician más sus alimentos por contar con una capacidad de consumo mayor y una tendencia hacia la acumulación innecesaria”, puntualizó Díaz de Vivar. Por el contrario, complementó que en países en desarrollo el problema es la pérdida, ya que en la cadena de valor hay mucha ineficiencia.
Las pérdidas por las dificultades para mantener la cadena de frío, la incapacidad de transportar alimentos en tiempo y forma y algunos problemas de mercado son los factores que afectan al consumo responsable en los países en desarrollo. Entretanto, Díaz de Vivar enmarcó que el cambio climático tiene un impacto muy negativo en la producción y en países como el nuestro afectan a las cosechas de los productos más importantes como la carne, soja, trigo, maíz y otros.
Además, añadió que hay una carencia de datos con respecto a la cantidad de productos alimenticios que se pierden en Paraguay, tanto como en las granjas como en las casas, donde es mucho más complejo realizar una trazabilidad.
“Es clave entender que lo que se estima es que un tercio de lo que se intenta producir se pierde o desperdicia. Hay una cuestión moral detrás de esto, no podemos seguir viviendo en un mundo donde mientras se pierden alimentos hay gente que pasa hambre”, finalizó el economista.