En Paraguay, el Impuesto a la Renta Personal (IRP) es del 10% fijo, el IVA también del 10% y la carga laboral total ronda el 25%. No existen tributos adicionales, como el impuesto al cheque o a los ingresos brutos, lo que convierte al sistema en uno de los más simples y competitivos de la región. En cambio, Argentina, Brasil y Chile presentan estructuras mucho más pesadas, con múltiples niveles de recaudación y tasas que, en algunos casos, duplican o triplican las paraguayas.
En conversación con InfoNegocios, Roberto Finkelberg, presidente de la Cámara de Comercio Paraguayo-Argentina, explicó que la presión tributaria en su país de origen se ha convertido en un obstáculo para la inversión. “En Argentina, una empresa puede enfrentar hasta un 48% de carga laboral, un 35% en impuesto a las ganancias y un 21% de IVA. Además, cada provincia aplica su propio tributo a los ingresos brutos, que va del 4% al 9%, y existe el impuesto al cheque, que cobra 0,6% por cada depósito y otro 0,6% por cada retiro, totalizando 1,2% solo por mover fondos”, detalló.
Finkelberg señaló que esa estructura múltiple —nacional, provincial y municipal— genera incertidumbre y eleva los costos. “La estabilidad macroeconómica que ofrece Paraguay es un atractivo adicional frente a la diferencia en los tributos. Esa brecha hace que muchos empresarios miren hacia Paraguay como un lugar donde los números cierran y las reglas del juego son más claras”, comentó.
Desde el lado brasileño, la situación no es menos compleja. En diálogo con InfoNegocios, Óscar Mersán, director de la Cámara de Comercio Paraguay-Brasil, señaló que la presión tributaria en Brasil ronda el 45% y que su estructura es una de las más complicadas del continente. “El impuesto a la renta personal llega al 27,5% y las empresas pagan un 34% sobre sus ganancias. A eso se suman impuestos estaduales y municipales, además del IVA —que en algunos estados supera el 20%—. Es un sistema descentralizado y muy difícil de administrar”, afirmó.
Mersán agregó que Brasil se encuentra implementando una reforma tributaria que recién entrará en plena vigencia en 2027. “El objetivo es simplificar, pero la presión seguirá siendo alta. Esa carga impositiva tan grande es la que lleva a muchos empresarios brasileños a instalar sus operaciones o su residencia fiscal en Paraguay, donde la rentabilidad es mayor y el sistema mucho más liviano”, añadió.
Respecto a Chile, en diálogo con InfoNegocios, el PhD en Administración y Dirección de Empresas Esteban Alaniz Bruna explicó que el sistema tributario de su país se estructura principalmente en dos grandes categorías: las rentas de capital o empresariales (primera categoría) y las rentas derivadas del trabajo (segunda categoría). “La primera categoría grava la rentabilidad de las empresas, con tasas que van del 25 % al 27 % según el tamaño y régimen del contribuyente, mientras que la segunda categoría alcanza a profesionales y trabajadores dependientes”, señaló.
De acuerdo con el Servicio de Impuestos Internos (SII) de Chile, la tasa general del impuesto de primera categoría es del 27 % para el régimen semintegrado y del 25 % para el régimen Pro Pyme, con una reducción transitoria al 12,5 % hasta 2027. Las rentas del trabajo, en tanto, tributan con una escala progresiva anual, y todas las transacciones de bienes y servicios están gravadas con un IVA del 19 %. Como precisó Alaniz Bruna, las empresas “solo anticipan el pago del impuesto que en última instancia recae sobre las personas naturales, propietarias o socias de las firmas”, en un esquema que busca equilibrio entre recaudación y competitividad.
El atractivo paraguayo radica no solo en sus tasas bajas, sino también en su previsibilidad. No existen impuestos al patrimonio ni a la distribución de utilidades locales, y el único tributo inmobiliario vigente es del 1%. Esa simplicidad se traduce en menores costos y en un entorno más propicio para el crecimiento económico.
Empresarios de distintos sectores coinciden en que Paraguay ofrece una combinación poco común en la región: impuestos bajos, burocracia reducida y estabilidad macroeconómica. En un momento en que muchos países del Cono Sur debaten reformas y ajustes fiscales, el modelo paraguayo demuestra que una estructura impositiva clara y equilibrada puede ser un poderoso motor para atraer inversiones y generar empleo formal.