“Estamos en un año con muchas dificultades para el rubro de la mandioca. En esta campaña 2021-2022 varios factores incidieron para que la producción no sea la esperada. El clima fue lo que más golpeó a las plantaciones, es decir, la implacable sequía fue el disparador de otros problemas. Así como ocurrió con los granos, la mandioca, a pesar de ser un cultivo rústico y tolerante, se vio muy afectada”, manifestó el técnico del MAG.
El tubérculo se cultiva entre julio y octubre y se cosecha al año siguiente, unos nueve meses después. Los trabajos para la producción de mandioca comienzan durante el invierno, se prepara el suelo y se seleccionan las ramas semillas. “Entonces la producción del año pasado es la que ahora estamos cosechando, procesando y consumiendo”, especificó.
Según Vega, la sequía impactó tanto que prácticamente no hay carga óptima de las raíces, lo cual se reflejó en una merma considerable de los rendimientos y en una pésima calidad del producto, tanto para el consumo como para otros usos.
“El rendimiento promedio nacional siempre se mantenía en 15.000 kilos por hectárea, pero en esta campaña recibimos reportes de productores que apenas llegaron a 5.000 kilos por hectárea, algunos a 8.000 y otros a 10.000. Luego, detrás de la sequía empezaron a aparecer las plagas, una de ellas fue la mosca blanca, considerada una de las más perjudiciales”, comentó.
Agregó que recién casi al final del ciclo comenzó a llover, entre marzo, abril y mayo, sin embargo, para ese tiempo las plantaciones estaban totalmente debilitadas. Y a todo lo mencionado, se sumó que en ese periodo empezaron a aparecer enfermedades que afectaron los follajes, lo que llevó a los productores a desesperarse por el estado de los cultivos y las pérdidas que se registraron por la pudrición de las raíces.
“Nunca se habían sumado tantas calamidades juntas, pero en esta ocasión así ocurrió, es la realidad del campo y no se puede cambiar, pues depende directamente del factor climático y de suelo”, manifestó.
No obstante, indicó que desde el punto de vista de los negocios es un año muy positivo para los productores de mandioca, porque históricamente nunca se habían alcanzado los picos de precios que hoy se manejan. “En finca se está vendiendo entre G. 1.000, G. 1.500 y G. 2.000 el kilo, incluso un poco más, debido a la escasez. Los productores están aprovechando los buenos precios, aunque son pocos los que aún tienen disponibilidad de mandioca”, aclaró.
En campañas anteriores, el precio de la mandioca habitualmente rondaba los G.500 el kilo en fincas y ahora se cotiza a casi al triple. “Eso está alentando mucho a los productores a pesar de los malos rendimientos. Hay un despertar y un interés de nuevo por la mandioca, porque justamente eran los precios bajos los que desmotivaban y orillaban a dejar de plantar. Incluso, en estos momentos hay una competencia por la venta de la mandioca, a tal punto que están comercializando lo que tenían destinado para consumo propio”, señaló.
Los principales departamentos donde se concentra el área de producción de mandioca destinada al comercio son San Pedro, Canindeyú, Caaguazú, Itapúa y Caazapá. En realidad, se planta en casi todo el país, pero más para autoconsumo.
Sin embargo, en esos departamentos la producción se enfoca en la comercialización, puesto que allí se concentran las plantas procesadoras almidoneras que acopian y procesan el producto.
Los últimos datos oficiales señalan que existen aproximadamente entre 170.000 a 180.000 hectáreas cultivadas de mandioca a nivel país, aunque se cree que en las últimas campañas la superficie decreció.