La estrella de la exposición es la monumental escultura Piano Bull, de más de un metro de altura, transportada desde Madrid hasta Asunción para convertirse en el eje simbólico de este recorrido. “Se trata de una pieza única, de bioplástico y cerámica, recubierta con fibra de vidrio, pintada y lacada a mano, con lo cual se logra que tenga brillo y un efecto espejado”, explicó Boesmi.
El crítico de arte Javier Díaz-Guardiola, coordinador de ABC Cultural (España) y autor del texto curatorial de la muestra, destacó que Orden en el Caos “reúne obras desarrolladas en una investigación artística que aborda conceptos como la transformación, la identidad, la tensión entre naturaleza y artificialidad”.
El Piano Bull no es un capricho ni una figura ocasional, sino un motivo cargado de historia personal para Boesmi. “Es un personaje que me acompaña desde la infancia. Lo dibujaba en mis cuadernos como un juguete imaginario y con los años se convirtió en mi símbolo más personal. Representa la unión entre fuerza y sensibilidad: el piano como la música y la emoción, el toro como la potencia y la resistencia”, contó el artista.
En España, (donde reside actualmente), la figura del toro adquiere aún mayor densidad simbólica. “El toro está cargado de significados de poder y estas iconografías (el toro, la bandera española) se encuentran politizadas. Me interesa utilizarlas y, bajo ese gesto, descolonizar lo aprendido, cuestionarlo y resignificarlo”, añadió.
La escultura, de más de 117 cm de alto por 130 de largo, demandó un complejo proceso técnico que combinó impresión 3D, fibras de vidrio y acabado manual. Su traslado a Paraguay fue "casi una odisea", según relató el propio artista, pero al verla instalada en la sala dijo que “todo el esfuerzo valió la pena”.
Además de la pieza central, la exposición incluye esculturas de bronce pertenecientes a la serie Piano Bull, presentadas en una edición limitada de ocho piezas de 7 kilos de bronce cada una, certificadas, junto con una nueva serie en resina pintada a mano. “Es una evolución respecto al trabajo anterior, que había sido realizado artesanalmente con impresoras 3D”, detalló Boesmi.
La muestra se completa con una selección de pinturas realizadas entre 2023 y 2025, que dialogan directamente con las esculturas. “Para mí todo está conectado. Pinto y hago esculturas desde el mismo universo simbólico. Las pinturas son como partituras visuales, hechas de contrastes y ritmos, algo muy emocional y muy mental al mismo tiempo. Para mí, las pinturas son preguntas y las esculturas son respuestas”, reflexionó.
El videoarte ocupa también un lugar destacado. Lejos de considerarlo una disciplina separada, Boesmi describe como una extensión de la pintura. “El videoarte me permite expandir la pintura en el tiempo. Mientras la pintura congela una imagen, el video me deja mostrar gran parte de lo esencial y lo invisible. Para mí son video-pinturas: pinturas que se mueven y esculturas que laten en píxeles”.
Uno de los apartados más originales de Orden en el Caos es el proyecto Curadurías Clandestinas, en el que Boesmi recorrió las calles del centro de Asunción para rescatar graffitis y transformarlos en obras de neón.
“A partir de este trabajo, me interesa que la gente mire las paredes del centro, que esté atenta a su alrededor. Muchas veces vamos con el teléfono en el auto y no vemos la ciudad. Por eso en la muestra exhibo el neón junto a la foto del graffiti original, para que el espectador entienda que esto viene de la calle”, resaltó.
Más allá del impacto estético, Boesmi buscó que esta exposición sea inclusiva. Inspirado en la visita de una persona con discapacidad visual a una muestra anterior, implementó códigos Navi Lens que permiten acceder a los textos curatoriales y comentarios de las obras mediante dispositivos móviles. “Quise que la experiencia fuese accesible, que el espectador con discapacidad visual también pueda explorar la exposición a su manera”, dijo.
En paralelo, el artista continúa con su Proyecto de Talleres Experimentales, a través del cual ofrecerá talleres gratuitos dirigidos a estudiantes de arte y creadores emergentes que deseen explorar nuevos lenguajes plásticos.
Nacido en Salta (Argentina), Boesmi creció en Asunción, donde realizó su formación académica. “Desde que tengo memoria dibujo y pinto. A principios de los 2000 comencé a mostrar mis primeras obras en galerías y entendí que no se trataba solo de pintar, sino de plasmar ideas en imágenes y encontrar un lenguaje propio”, recordó. Hoy, su vida transcurre entre Madrid y Asunción, y esa movilidad constante se refleja en su obra. “Supongo que esa mezcla me hizo crecer como artista”, reconoció.