¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Hace poco más de 15 años tuve la oportunidad de ingresar al mundo empresarial trabajando con las sucursales de un molino, en la capital. Mientras, cursaba un diplomado en la EDAN, que me ayudó a definir ciertas estrategias comerciales para posicionar productos en el mercado y, sobre todo, trabajar en la recuperación de clientes, porque la marca ya tenía una representación a través de un tercero, pero con una gestión que no satisfacía las expectativas de la firma. Poco más tarde me mudé con mi familia a Campo 9 (hoy Juan Eulogio Estigarribia) para asumir otro cargo en una industria, el Grupo Hilagro. Ahí la familia propietaria de la empresa me propuso adquirir un paquete accionario, donde sigo hasta hoy. Ya viviendo ahí, y considerándome lugareño, con un grupo de amigos e inversionistas iniciamos una empresa inmobiliaria, la que lidera exitosamente un amigo mío muy cercano.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
En realidad me considero muy bendecido por haber recibido la confianza de la empresa que me encargó el proyecto de iniciar con sucursales propias en la capital, y por medio de estos resultados conseguir la oportunidad de ingresar a la compañía que hoy presido. No es habitual que una empresa familiar abra el paquete accionario y deje participar a personas que no pertenecen al anillo familiar. Y en mi caso sucedió esto. Después iniciamos otros proyectos, donde la cuota de confianza es fundamental.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
El apoyo de los accionistas en la definición y puesta en ejecución de los nuevos proyectos. El acompañamiento de los mismos en la operación de la empresa con todos sus desafíos. También haber participado con otros accionistas en el arranque de nuevas empresas en rubros muy diferentes a lo que es la industrialización de productos alimenticios.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Algo bueno para el empresario son las diversas oportunidades que tenemos en el país. Sólo requiere un poco de sabiduría y mucha perseverancia para llevar adelante un proyecto. No hay que temer comenzar desde pequeño y darse tiempo para crecer poco a poco. A veces me parece que los emprendedores quieren avanzar aceleradamente y se ponen presión por querer ver sus proyectos en la cima. Las buenas cosas toman tiempo y requieren de una base sólida. Cuando el emprendedor inicia su proyecto con pasión, no se rinde tan rápido.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Hay diferentes tipos de empresarios. Están los visionarios, que tienen las ideas y el coraje de iniciar cualquier nuevo proyecto. Pero también existen los conservadores, que se dedican más a estructurar lo existente, y también los nuevos proyectos. Me identifico con este segundo ejemplo y me considero más una persona cautelosa y calculadora, que busca el equilibrio dentro de la organización. Para mí es importante encontrar la identidad de cada empresario y fortalecer sus cualidades, y así buscar buenos aliados, a los que tienen fortaleza en otras áreas. Con esto se logra estructurar en forma un emprendimiento y dividir las responsabilidades.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Considero que es fundamental tener una formación profesional en el área en la cual él tiene sus cualidades e identifica su carácter. En mi caso, culminé una carrera técnica y no universitaria. Pero considero que en la actualidad cada vez se vuelve más exigente el entorno empresarial, para lo cual uno no se puede entrenar lo suficiente. Siempre existen nuevas tendencias, que uno debe encarar para seguir siendo competitivo. Si un joven sueña tener mañana su propio emprendimiento, más vale que se capacite y, sobre todo, que gane experiencia en el campo laboral. Esto significa asumir cada reto que va alineado con el objetivo que persigue, sin tener miedo a la frustración. Es parte de los logros que luego cosechará. Requiere mucha disciplina y saber renunciar a las propuestas que no se enfocan en el plan de su vida.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Como estamos hoy considero que tenemos un Estado que deja trabajar al empresariado. Creo que es importante valorar y resaltar esto, sin apuntar siempre con el dedo por lo que hoy no tenemos, o lo que otros países hacen mejor. Cada gobierno tiene luces y sombras, pero creo que hoy el Estado está para apoyar a las empresas que quieren progresar y aportan al desarrollo del país.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Yo considero que el equipo humano que nos rodea debe saber cuál es el objetivo al que apuntamos. De nada sirve buscar el éxito si los colaboradores no están enfocados. Es muy importante compartir con el equipo y buscar la excelencia paso a paso, pero juntos. El trabajo se hace en conjunto y la motivación es lograr identificar los pequeños logros que, sumados, se convierten en los grandes logros. Esto se puede hacer con diferentes herramientas y demostraciones, que no sólo son recompensas económicas. Se debe transmitir al equipo la pasión, hasta que a ellos también les apasione lo que hacen día tras día. No sirve una empresa sólida y estructurada, si el colaborador no se identifica con ella.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Me considero una persona bendecida que no sufre estrés. Todos pasan por tensiones y momentos difíciles en el ámbito laboral o empresarial, pero eso no debería transformarse en un cuadro de estrés. Bajo estrés uno tiende a tomar decisiones apresuradas o mal pensadas. Yo prefiero distraerme compartiendo con colegas de mi entorno, buscando respuestas o soluciones a las dificultades y transformarlas en oportunidades de mejora. Es muy importante en el ámbito donde me encuentro lograr el correcto equilibrio, lo cual fortalece al equipo operativo. Para eso hay buenos entrenamientos que se ofrecen actualmente y es importante darse tiempo para eso.