Un ejemplo de empresas sociales es KOGA, “La concepción coincidió con un auge regional e internacional de las empresas sociales, influenciado por iniciativas como empresas de impacto global. Sin embargo, el modelo definitivo surgió al alinearse con el movimiento B, que promueve empresas con objetivos de triple impacto. Este enfoque llevó a KOGA a convertirse en la primera Empresa B certificada de Paraguay”, explicó Paola De la Huerta, CEO de la empresa.
KOGA entendió la necesidad de construir un ecosistema que involucrara actores diversos. Esto incluyó la incubación de organizaciones como Sistema B Paraguay, la Asociación de Emprendedores del Paraguay (Asepy), KaraKú Emprendedor. Cada una de estas iniciativas se independizó con el tiempo, fortaleciendo la red de apoyo para emprendedores en el país.
El enfoque de KOGA evolucionó con los años, pasando de apoyar ideas embrionarias a proyectos más maduros y rentables. Este cambio refleja un ecosistema más desarrollado, donde los emprendedores presentan soluciones escalables y modelos de negocio sostenibles. Según Paola, esta madurez es clave para garantizar que los emprendimientos puedan generar un impacto duradero y transformador.
“Hoy buscamos proyectos que tengan impacto positivo, y que también sean rentables, sostenibles y respondan a necesidades reales del mercado y la industria”, afirmó. Este estándar elevado asegura que las inversiones realizadas en los emprendimientos potencien su crecimiento y escalabilidad.
Por otro lado, en cuanto a la educación del consumidor sobre la importancia de preferir o apoyar a empresas sociales, Martha Caballero, directora ejecutiva de Sistema B mencionó que “lograr que las personas comprendan cómo sus elecciones contribuyen al bienestar colectivo no es tarea sencilla, y las barreras van desde la falta de información hasta percepciones erróneas sobre costos”.
Uno de los principales desafíos es la desconexión entre el consumidor y el impacto real de los productos que adquiere. Muchas personas desconocen cómo se producen los bienes que consumen, cuáles son los procesos detrás de su fabricación y distribución, y cómo estos afectan al ambiente y a las comunidades. Esta falta de transparencia se suma a una idea generalizada de que apoyar a empresas sociales o sostenibles implica un gasto mayor.
Sin embargo, optar por estas empresas representa una inversión económica y una apuesta por valores y calidad. La educación del consumidor pasa por simplificar conceptos complejos y presentar hechos claros y datos concretos. Las campañas de concienciación, la transparencia en los procesos y ejemplos tangibles son herramientas para conectarse con las personas y mostrar cómo sus elecciones construyen un futuro más sostenible y equitativo.
Y como punto final, en cuanto a la participación de las empresas sociales para los próximos años Martha Caballero aseguró que el objetivo es consolidar un ecosistema donde las empresas sociales no sean la excepción, sino la norma. “Esto implica escalar modelos de negocio que generen triple impacto (económico, social y ambiental) y trabajar en la construcción de políticas públicas que favorezcan su desarrollo. Una de nuestras metas es ampliar la participación de empresas sociales y de triple impacto, demostrando que es posible combinar la rentabilidad económica con un impacto positivo en el ambiente y la sociedad.”
Algunas empresas sociales son:
Mbojaʼo: lucha contra el desperdicio de alimentos y ayuda a la alimentación de personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Ofrecen al sector gastronómico un servicio de recuperación de excedentes de alimentos que no fueron comercializados, pero que se encuentran aptos para el consumo.
Candela: protagoniza un proyecto inclusivo empleando exclusivamente a personas con discapacidades. La iniciativa busca fomentar la inclusión laboral, visibilizar sus capacidades y promover un impacto positivo en la comunidad. Este modelo ejemplar destaca por su compromiso con la equidad y la sostenibilidad social.
Panambi Recicla: un emprendimiento liderado por mujeres que procesa toneladas mensuales de residuos orgánicos desde su planta en Limpio. Ofrecen servicios de compostaje y venta de composteras personales. Cuentan con planes específicos para negocios y comunidades, promoviendo la gestión sostenible de residuos.