“Siempre me ha gustado preparar postres”, dijo Verónica. Después de un fin de semana en el que preparó 100 brownies para familiares y amigos, Verónica se dio cuenta de que algo más estaba naciendo. “Esos fueron mis primeros pedidos, y desde ese momento comencé a agendar encargos”, recordó.
En ese momento, su hija tenía solo seis años y ella combinó el amor por su familia con la necesidad de construir algo propio, sin dejar de lado su rol de mamá. La oportunidad de trabajar desde casa le permitió estar cerca de su hija, que tiene Síndrome de Down, mientras construía paso a paso Brownieland.
“Quise crear un universo donde cada producto tuviera su propia identidad. Brownieland no es solo un lugar donde se venden brownies; es un pequeño planeta donde cada creación tiene su historia”, explicó.
En sus primeros días, Verónica se aventuró a ofrecer lemonies (brownies de limón) y red velvet bars, pero rápidamente, el catálogo de Brownieland se expandió. Hoy, la oferta es mucho más variada e incluye brownies con toppings como Nutella o dulce de leche, brookies, cookies, lemonies, volcanes, cupcakes, cheesecake, alfajores, petit fours y tortas de brownie.
Sin embargo, pese a la expansión, el brownie clásico sigue siendo el rey de la casa. “Es el más simple, el más intenso, el más chocolatoso”, dijo Verónica. Ese es el que representa el corazón de Brownieland, ese que mantiene la esencia del negocio y que nunca pierde su lugar en el catálogo. “Es el mimo al corazón que cada cliente busca, un sabor casero que, al darle un golpe de calor, vuelve a sentirse como recién salido del horno”, afirmó.
Para Verónica, lo más importante en cada producto es mantener ese toque artesanal que distingue a Brownieland de muchas otras opciones del mercado. “Mi compromiso siempre ha sido con la calidad y el detalle. Quiero que cada cliente reciba un brownie que lo haga sentir como si lo hubiera preparado en casa, un producto que, al morderlo, lo transporte a esos momentos especiales en los que la comida no solo nutre el cuerpo, sino también el alma”, agregó la propietaria.
Es ese toque personal y auténtico lo que ha permitido que Brownieland se gane la confianza de muchos clientes que buscan un producto hecho con amor y dedicación. De hecho, Verónica ya provee sus brownies a varias cafeterías y establecimientos que valoran los productos artesanales de calidad.
“Me encantaría poder expandir el alcance de Brownieland, llegando a más cafeterías, tiendas y espacios que valoren lo hecho a mano y de calidad”, explicó, pero tiene un sueño más grande. “Quisiera algún día tener un lugar cálido, auténtico, donde las personas puedan venir a disfrutar un buen café acompañado de nuestros brownies. Mi hija es mi motor. Ella me ha enseñado que todo es posible si uno pone el corazón en lo que hace”, comentó Verónica.
Brownieland sigue creciendo, y lo mejor está por venir. Con la visión de Verónica y el apoyo de su familia, este pequeño universo de brownies no tiene límites. “La receta del éxito es seguir cocinando con amor y dedicación”, concluyó.