Artigas fue durante décadas uno de los principales conectores norte-sur de la capital y del área metropolitana, absorbiendo el tránsito proveniente de Mariano Roque Alonso, Limpio, Benjamín Aceval y otras zonas del norte. Ese rol estructural explica no solo su deterioro constante, sino también la presión que hoy vuelve a experimentar, incluso tras la construcción de la Costanera Norte, que alivió el flujo solo de manera temporal.
El proyecto del MOPC apunta a una reconversión del corredor, con una inversión estimada de US$ 35 millones, bajo la modalidad llave en mano. La intervención contempla la renovación total del pavimento, mejoras en el sistema de drenaje, soterramiento de cables, nueva iluminación, veredas más amplias, ciclovías, áreas verdes y la incorporación de tecnología para la gestión del tránsito. La idea central es transformar a Artigas en un corredor urbano sostenible, alineado con la agenda de modernización de la capital rumbo a su aniversario número 500.
Uno de los ejes del planteamiento oficial es la incorporación de carriles exclusivos para el transporte público, ubicados junto a las veredas, siguiendo un esquema similar al aplicado en otras avenidas troncales. Sin embargo, este punto es justamente uno de los aspectos más discutidos del proyecto.
En paralelo, el concejal Pablo Callizo presentó una propuesta alternativa que plantea una diferencia esencial en la configuración del transporte público: en lugar de carriles laterales, propone un carril exclusivo central, al estilo de los sistemas BRT o Metrobús. El objetivo es evitar interferencias con el acceso a comercios, la carga y descarga de mercaderías y el estacionamiento, factores que históricamente terminan desvirtuando los carriles exclusivos ubicados al costado de la calzada.
Desde una mirada urbanística, Fernando Maidana considera que el debate no es menor. Artigas no solo soporta tránsito liviano, sino también buses, camiones pesados y un alto volumen de transporte público, lo que acelera su desgaste y la vuelve especialmente sensible a decisiones de diseño. Para Maidana, los carriles laterales suelen fracasar porque no se respetan, mientras que un carril central permite mayor velocidad, regularidad y eficiencia del transporte público, condición clave si se busca jerarquizar el eje.
Además del transporte, Maidana pone el foco en el contexto urbano que rodea a la avenida. En los últimos años, Artigas comenzó a atraer inversiones privadas de mayor escala, con desarrollos corporativos, inmobiliarios y comerciales que antes evitaban la zona. A esto se suma una expectativa de largo plazo ligada a un eventual tren de cercanías, que volvería a posicionar a Artigas como un eje estratégico metropolitano.
Sin embargo, el urbanista advierte que este crecimiento no puede darse de manera desarticulada. El principal desafío es que el Estado acompañe las inversiones privadas con infraestructura básica adecuada, como redes eléctricas, drenajes y servicios urbanos, para evitar repetir situaciones vistas en otros polos de desarrollo donde la falta de planificación terminó restando valor al entorno.
La transformación de la avenida Artigas, sin dudas, es una oportunidad única para corregir viejas deudas urbanas. El debate entre el proyecto oficial y la propuesta alternativa no solo define cómo se redistribuirá el espacio vial, sino qué modelo de ciudad se quiere consolidar en uno de los corredores que, por su historia y ubicación, difícilmente pierda relevancia en el futuro de Asunción.
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