Estudios realizados en gemelos idénticos, demuestran que estos, por más de tener la misma información genética, criados en ambientes distintos se pueden manifestar físicamente de forma diferente. El estilo de vida es crucial para ello, siendo tanta la influencia que podría inducir a cambios en el ADN de las células.
A este proceso se lo conoce como “epigenética”, o todos aquellos factores externos a los genes que influyen sobre él; entre ellos se encuentran el tabaco, el alcohol y la alimentación. El término ya empezó a ser utilizado desde 1942, cuando el biólogo y genetista escocés, Conrad Waddington, se refirió al estudio de las interacciones entre genes y ambiente que se producen en los organismos.
La nutrición de los padres antes de tener hijos, es fundamental; esto incluye a ambos progenitores, ya que esos cambios epigenéticos se transmiten a los hijos, por ello, además de lo que consume la madre durante su embarazo o en periodo de lactancia, la ingesta del padre durante el periodo de concepción, es crucial.
Por otro lado, nuestro organismo renueva constantemente sus células, los materiales para esta construcción, se obtienen de los alimentos, si no le proporcionamos lo que necesita ya sea por un déficit o exceso, podemos estar alterando este proceso y así dar origen a numerosas enfermedades.