Esta baja participación, sin embargo, no equivale a inmunidad frente a los problemas fiscales. El mismo informe señala que Paraguay ocupa la posición 117 en el Índice de Secreto Financiero, con una puntuación de 62,6, lo que lo ubica en la categoría de jurisdicciones con un grado medio de opacidad. Los análisis indican que el sistema financiero paraguayo aún carece de mecanismos robustos de control y cooperación internacional, lo que lo hace potencialmente vulnerable al movimiento de capitales de origen opaco, especialmente considerando sus fronteras permeables con Brasil y Argentina.
La perspectiva interna revela una elevada evasión tributaria doméstica. Alba Talavera, tributarista y colaboradora en la elaboración de la Ley 1680/29, afirmó que es posible terminar con la evasión tributaria. “Tengo entendido que gira en torno al 50% el grado de evasión; no creo que yerre mucho”, añadió.
Talavera reconoció los avances generados por herramientas como la RG 90/22, que permite un control cruzado de compras y ventas, pero señaló que el problema de fondo persiste. “Sigue habiendo un alto grado de informalidad. En la propia capital no se da como hábito la factura. En cada negocio se debe instalar la obligatoriedad de entregarla. La gente no le da tanta importancia a la formalización; capaz se redujo un poco, pero sigue siendo muy alto el nivel de evasión en nuestro país, algo que puede evitarse”, opinó.
Para el economista Rodrigo Ibarrola, del CADEP, la baja incidencia de Paraguay en el ranking de flujos ilícitos globales debe interpretarse con cautela. Ibarrola explicó que este ranking se refiere a “movimientos de dinero que salen o entran sin ser declarados o que provienen de actividades ilegales”, como evasión de impuestos, lavado de dinero o transferencias ilícitas entre empresas.
El economista planteó varias hipótesis para explicar la modesta posición del país. “Puede ser que aquí no fluyan grandes montos de dinero saliendo de manera ilícita en comparación con países vecinos, sería una visión optimista”, comentó. No obstante, ofreció una interpretación alternativa: “De hecho, nuestra economía no es grande y nuestra presión impositiva, de por sí, es baja, por lo tanto, la incidencia será baja haya o no evasión”.
Además, Ibarrola sugirió que una posible causa radica en la falta de datos o en la naturaleza de las operaciones: “Puede ser también que no se cuente con datos suficientes o completos, o que el sistema financiero formal sea pequeño, y entonces muchas operaciones ilícitas no queden registradas”.