¿Cuán sustentables son realmente los edificios verdes?

En los 60 fue el hormigón, en los 90 el vidrio y desde hace unos 20 años es el verde la tendencia que domina en los estudios de arquitectura. Pero, ¿es realmente sustentable este tipo de arquitectura o es solo una cuestión de marketing?

Adoro los balcones floridos de algunos edificios modernos. Encuentro que el verde es el color que mejor le sienta al gris del concreto. No puedo evitar pensar en los jardines colgantes de Babilonia cuando veo uno de esos paradigmas de la arquitectura urbana moderna, que dicho sea de paso, no es que abunden en Asunción.

Pero navegando por la red de redes, como toda periodista digital al vuelo, me encontré con varios artículos que ponían en jaque esta arquitectura tan amada por mí y que si bien no contribuyeron a que cambiara mi opinión estética acerca de la misma, sí me hicieron reflexionar al respecto.

Trasladémonos a China, ese laboratorio en el que todo es posible, desde lo más horrendo hasta lo más sublime. En la ciudad de Lizhou se ha comenzado a construir un complejo que estará listo para 2020 y que incluso antes de terminarse se convertirá en el Nirvana de la arquitectura sustentable, al menos en apariencia.

Forest City ha sido diseñada por el estudio de Stefano Boeri, y como su nombre lo dice es una especia de ciudad bosque en la que se plantarán más de 40.000 árboles y un millón de plantas de un centenar de especies distintas.

El proyecto asegura que toda esa vegetación producirá 900 toneladas de oxígeno al año y podrá absorber hasta 10.000 toneladas de dióxido de carbono y otros 57 agentes contaminantes. Los árboles de fachada servirán como barrera antirruido, atrayendo a especies animales y fomentando la biodiversidad del lugar.

Será como vivir en un bosque. Una idea que me recuerda lo contradictorio de la naturaleza humana: destruimos bosques naturales para construir otros donde vivir, eso sí, controlados.

Yendo al grano. Resulta que ese mismo estudio de arquitectura, uno de los más renombrados del mundo, tiene ya otros proyectos construidos, parecidos a Forest City. Uno de ellos es el Bosco Verticale de Milán, que se convirtió en el Mejor Edificio Alto de 2015, distinción del Council of Tall Buildings and Urban Habitat y que también recibió el certificado LEED Oro del US Green Building Council.

Y aquí cito a Pedro Torrijos, quien escribió para El Economista uno de los artículos que me hicieron reflexionar:”… el Bosco Verticale y, en realidad, cualquier edificio que pretenda plantar árboles en terrazas y fachadas, acaba pagando en tiempo y material lo que se ahorra en vegetación. Y cuando hablo de "pagar" no me refiero a dinero, que también, sino al beneficio ecológico.”

“Toda esa vegetación intensiva tiene un peso y unas repercusiones en el cálculo contra los empujes horizontales del viento; por lo tanto, requiere un sobredimensionado de las estructuras del edificio en cuestión”.

“Además, la obra necesita instalaciones específicas para el riego, que no es idéntico en todas las fachadas porque el soleamiento tampoco lo es. Y, por si fuera poco, el propio traslado de los árboles a las alturas para las que se previeron es mucho más complejo que el simple dibujo. Todo esto acaba repercutiendo, como ocurrió en el mencionado Bosco Verticale, en considerables retrasos y aún más considerables aumentos presupuestarios”.

“Es decir, que se necesitó más material y más tiempo de empleo de máquinas contaminantes. Porque, claro, de poco sirve que la fachada sea como la selva de Tarzán si, para poder sostenerla, has necesitado una cantidad de hormigón cuya producción genera todos esos gases que te querías ahorrar. Por no hablar de la propia agua necesaria para el riego, que parece que nos demos cuenta ahora de que el agua es un elemento escaso y casi precioso”.

“De alguna manera, todos los edificios son prototipos, todos acaban teniendo los problemas de la falta de perfeccionamiento, todos tienen grietas y goteras, más aún cuando, encima, los vamos a llenar de sustrato vegetal y raíces. Por eso estos ejemplos de arquitectura verde acaban teniendo más de imagen publicitaria de sus creadores, de la empresa que los encarga o de la ciudad que los promociona, que de lo que la verdadera arquitectura sostenible debería ser, si no ahora, desde luego en el futuro”.

Como todo en la vida, se debe buscar un equilibrio. ¿Vale la pena construir un edificio verde cuyo impacto es mucho más dramático que su supuesta finalidad ecológica?

(MA)

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