En cuanto a la coyuntura, el FMI destacó la solidez de los fundamentos económicos del país, con un crecimiento robusto, una inflación controlada y reservas internacionales considerables. No obstante, el informe subraya que este escenario positivo constituye el momento ideal para implementar reformas estructurales que permitan enfrentar futuros desafíos y reducir vulnerabilidades.
Sobre estos puntos, el economista Joaquín Sostoa expresó una preocupación central respecto a la Ley de Responsabilidad Fiscal, que establece una meta de déficit de 1,5 % del PIB. Sostoa calificó esta meta como “sumamente baja” y “muy ambiciosa”, pero su crítica principal radica en que se trata de una norma “procíclica” y “poco práctica”. Explicó que, al depender el resultado fiscal de la actividad económica, en tiempos de recesión el Estado se ve forzado a recortar el gasto para cumplir la meta, lo cual resulta extremadamente difícil y contraproducente en un momento de crisis.
El economista enfatizó el alto “costo social y económico” de esta ley. Señaló que, al momento de ajustar las cuentas, la variable de ajuste termina siendo la inversión pública. Para Sostoa, esto es alarmante en un país con un gran déficit en bienes públicos como infraestructura, educación y salud. “No estamos invirtiendo en bienes públicos porque estamos recortando la inversión para cumplir con un resultado fiscal”, afirmó, subrayando que esto compromete el desarrollo económico y el bienestar futuro del país.
Adicionalmente, Sostoa puso el foco en la estructura fiscal paraguaya, caracterizada por una presión tributaria “sumamente baja” del 10 % del PIB. Cuestionó si un Estado puede atender las demandas del desarrollo con un nivel de recaudación tan exiguo, lo que lo obliga a endeudarse de manera recurrente para financiar las inversiones necesarias.
Finalmente, el economista alertó sobre un riesgo que, a su juicio, suele pasarse por alto: casi toda la deuda de Paraguay está denominada en dólares. Esto implica que el país debe conseguir divisas extranjeras para pagar sus compromisos, lo que añade un elemento de vulnerabilidad. Aunque las cuentas externas y las reservas se mantienen sólidas en la actualidad, el pago de la deuda en una moneda que no se emite localmente representa un riesgo importante para el futuro, agravado por la baja recaudación tributaria.