Según el arquitecto Juan Bonini, el año que culmina dejó un panorama dinámico para la industria y consolidó al mercado inmobiliario como uno de los motores de la economía paraguaya. Sin embargo, el especialista adviertió que el año que viene pondrá a prueba la madurez del sector y exigirá una mayor profesionalización de las empresas para sostener el ritmo de crecimiento.
Bonini explicó que el 2025 se caracterizó por un clima de estabilidad económica, impulsado por la disciplina fiscal y una inflación controlada. El Presupuesto General de la Nación apuntó a reducir el déficit, lo que permitió al Gobierno mantener la confianza en los mercados y continuar con obras clave de infraestructura. “Este año el país consolidó un escenario macroeconómico predecible, lo que alentó la inversión privada”, señaló el arquitecto.
Desde el ámbito privado, el crecimiento se reflejó en un mercado inmobiliario valuado en unos US$ 194.000 millones, con lanzamientos y ejecuciones en múltiples segmentos. Bonini destacó que la demanda de viviendas volvió a concentrarse en jóvenes de entre 25 y 35 años, quienes ingresan al mercado laboral y buscan su primera vivienda. “Aunque el acceso todavía no es fácil, las transacciones en el sector residencial aumentaron respecto a 2024”, agregó. Este movimiento mantuvo atractivos los retornos, tanto en alquileres tradicionales como temporales, mientras que el costo por metro cuadrado en Paraguay siguió siendo competitivo frente a otros países de la región.
Para el próximo año, Bonini anticipó la continuidad de un entorno económico estable, con una meta fiscal proyectada en -1,5% del PIB. No obstante, advirtió que el presupuesto más austero del MOPC reducirá el ritmo de inversión en infraestructura pública. “Esto impactará directamente en el sector privado, sobre todo en las empresas que dependían de la obra estatal”, explicó. En ese contexto, los terrenos con infraestructura básica y estudios de suelo se posicionarán como los más atractivos para nuevos desarrollos, especialmente en zonas con potencial de expansión urbana.
La demanda de viviendas pequeñas, primeras residencias y lotes urbanizados seguirá en aumento, impulsada por el bono demográfico, pero el desafío radicará en ofrecer soluciones habitacionales con buena conectividad y servicios básicos. “El sector debe aprender a desarrollar sin depender tanto del Estado y con una mirada más técnica y planificada”, subrayó Bonini.
El arquitecto también anticipó que los inversionistas seguirán priorizando proyectos con mayor certeza técnica y previsión de retorno, y que los espacios de nicho —como desarrollos boutique, edificios con amenities específicos o barrios cerrados autosuficientes— continuarán ganando terreno. “Ante la debilidad del sector público, veremos más proyectos que integren su propia infraestructura de servicios, pensados para compradores de nivel medio-alto”, comentó.
En cambio, para los segmentos medios y bajos, las perspectivas se presentan más complejas. El déficit habitacional y la informalidad laboral siguen limitando el acceso al crédito, incluso en programas con tasas preferenciales como Che Roga Porã. “Muchas familias tienen capacidad de pago, pero no pueden cumplir con los requisitos formales”, lamentó Bonini. En este contexto, el sector privado enfrenta el reto de crear mecanismos de financiamiento alternativos y sostenibles, capaces de articular capital privado con una adecuada gestión del riesgo.
En síntesis, el 2026 se perfila como un año de transición y consolidación para la construcción paraguaya. La estabilidad macroeconómica ofrece una base sólida, pero las empresas que deseen prosperar deberán innovar, profesionalizarse y asumir un rol más activo en la generación de soluciones habitacionales. “Quienes logren adaptarse con visión y disciplina construirán no solo edificios, sino también el futuro del país”, concluyó Bonini.