Arias observa cómo la arquitectura, el diseño y la planificación urbana empiezan a articularse para crear valor sostenible a largo plazo. Señala que los proyectos en las zonas altas (las colinas con vistas privilegiadas al lago) se consolidan como ejes estratégicos del nuevo desarrollo. “Los desarrollos en altura aprovechan panoramas extraordinarios y construyen una propuesta de estilo de vida: más naturaleza, privacidad y amenidades sofisticadas”, remarcó
La especialista afirmó que esta tendencia responde a una filosofía de diseño centrada en las personas, donde los proyectos reflejan aspiraciones reales y experiencias más humanas. Según indicó, el valor del metro cuadrado ya no depende únicamente de la vista o la ubicación, sino también de la calidad del diseño, la planificación de los servicios y la experiencia de vida que cada desarrollo ofrece.
En cuanto a la evolución del mercado, Arias explicó que San Bernardino dejó atrás su carácter estacional para consolidarse como un territorio donde conviven la arquitectura contemporánea, la naturaleza y el estilo de vida. La oferta inmobiliaria se diversificó con barrios cerrados de criterio paisajístico, proyectos que integran topografía y nuevas propuestas orientadas al turismo residencial. “Hoy existe más visión, más contenido y mejores productos. Ese crecimiento genera un comprador más informado y un desarrollador más consciente del impacto que produce”, sostuvo.
Respecto a la demanda actual, destacó dos perfiles principales: quienes buscan casas de verano o inmuebles para renta temporal y aquellos que prefieren viviendas compactas y funcionales para combinar descanso, teletrabajo y cercanía urbana. Agregó que los departamentos todavía juegan un rol menor, ya que el mercado local continúa valorando fuertemente la tierra y la identidad individual de cada vivienda.
Arias subrayó que la ubicación influye directamente en la tipología constructiva y el precio del metro cuadrado. Frente al lago, el mercado exige productos premium con una narrativa aspiracional y amenities integradas al entorno. En las zonas altas, la vista actúa como el principal valor agregado y los proyectos priorizan paisaje, privacidad y diseño contemporáneo. Mientras tanto, el centro urbano demanda soluciones compactas y funcionales.
Sobre el contexto económico, la consultora reconoció que la inflación, los costos de construcción y la escasez de crédito obligan a planificar con mayor precisión y flexibilidad. “El mercado tuvo que profesionalizarse. Hoy se requieren presupuestos realistas, contratos transparentes y visión de largo plazo”, afirmó.
En materia de sustentabilidad, Arias consideró imprescindible aplicar una planificación integral que incluya densidades controladas, protección ambiental, infraestructura verde y soluciones de movilidad. Defendió que la sustentabilidad también implica preservar la identidad cultural de San Bernardino como destino de desconexión y vida social al aire libre.
Finalmente, ofreció recomendaciones para quienes desean invertir: definir el objetivo del proyecto (patrimonio, renta o uso personal), evaluar infraestructura real y no solo proyectada, revisar la calidad del masterplan y priorizar los desarrollos que construyan experiencia de usuario. “Las zonas cercanas al lago funcionan muy bien para renta. Las zonas altas ofrecen un potencial de apreciación extraordinario por vista, topografía e innovación. San Bernardino todavía tiene mucho espacio para crecer si se lo mira con estrategia”, concluyó.