Según explicó a InfoNegocios el director de Comercialización del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), Ernesto Sotelo, la producción nacional de papa apenas logra cubrir cerca de dos meses del consumo interno, lo que equivale a entre 9 y 10 millones de kilos. El resto del año, aproximadamente 10 meses, el país depende de importaciones provenientes de Argentina y Brasil.
“Nosotros llegamos a cubrir dos meses del consumo nacional, que ronda los 150.000 kilos diarios, unos 4,5 millones de kilos al mes. El resto debemos importar”, señaló Sotelo. Esta situación abre un espacio interesante de negocios para productores, ya que existe un mercado asegurado y en crecimiento.
El ingeniero Diego Garcete, especialista en producción de papa de la Dirección de Extensión Agraria del MAG, confirmó que el 100% de la papa local se vende fresca en las góndolas, lo que significa que ninguna se industrializa en el país. Las cadenas de comida rápida, como McDonald’s o Burger King, utilizan papas prefritas congeladas importadas de proveedores como McCain y Aviko, entre otras, mientras que el consumidor local accede al producto fresco en supermercados y mercados mayoristas.
Actualmente, la papa paraguaya corresponde principalmente a la variedad Spunta, con buenos resultados productivos en departamentos de la región Oriental como Paraguarí y Guairá, aunque el MAG busca ampliar la superficie a más regiones. “Se demostró que se puede producir papa en todos los departamentos de la región Oriental, y los resultados son alentadores”, destacó Sotelo.
En términos económicos, la producción local de 10 millones de kilos al año, con un precio promedio de G. 4.000 por kilo, representa un negocio de entre G. 40.000 millones para los productores. Sin embargo, este volumen sigue siendo insuficiente para sustituir las importaciones, y menos aún para abastecer la demanda industrial.
Con el programa Hambre Cero, que amplió el consumo de papa en comedores escolares y comunitarios, el país experimentó un incremento de la demanda, llegando a 5 millones de kilos mensuales. Esto presiona al sector para aumentar la producción local y mejorar la planificación de cultivos.
El MAG apuesta a diversificar los calendarios de siembra. Actualmente, los agricultores producen en un solo ciclo, pero el objetivo es establecer dos periodos de cultivo al año: febrero-marzo y junio-julio. “Si logramos implementar ambos ciclos, podríamos extender la oferta local a seis meses y reducir la dependencia de las importaciones”, explicó Sotelo. El gran desafío es contar con semillas de calidad producidas en el país, un objetivo estratégico del Ministerio.
El escenario muestra una oportunidad clara: Paraguay puede crecer en superficie cultivada, diversificar su producción y pensar en la industrialización de la papa, un rubro con fuerte demanda interna y regional. El potencial no solo está en abastecer al mercado de mesa, sino también en dar el salto hacia productos procesados, desde papas prefritas hasta snacks y derivados.
Como dato curioso, en países vecinos como Perú –cuna de la papa– se cultivan más de 3.000 variedades, incluyendo papas de colores como moradas, rojas y azules, que también se transforman en papas fritas gourmet. Si bien en Paraguay la oferta aún es limitada a pocas variedades, la tendencia global muestra que hay espacio para innovar y diversificar.
En el Día Internacional de la Papa Frita, la reflexión detrás de este producto simple pero universal hay una cadena de valor que en nuestro país todavía puede expandirse. Con políticas de apoyo, tecnología y organización, la papa podría convertirse en un cultivo con mayor peso económico, aportando no solo al consumo fresco, sino también al desarrollo industrial y a la reducción de la dependencia de importaciones.