Jimmy Kim, especialista senior de exportaciones de la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex), analizó con mirada crítica y estratégica el rol que cumple Estados Unidos como socio comercial e inversor, y consideró que debemos cambiar el panorama: en vez de exportar materia prima, enviar productos industrializados con valor agregado.
Según datos del Banco Central del Paraguay (BCP), las inversiones provenientes de EE.UU. se concentraron principalmente en sectores como la elaboración de aceites, productos metálicos, transporte, intermediación financiera y comercio durante 2022. Para el 2023, esta lista mantuvo su esencia, pero con una modificación significativa: el sector agrícola reemplazó al comercio como área prioritaria.
En mayo, el valor exportado de Paraguay al mercado estadounidense fue de US$ 106,3 millones, con una variación interanual de +409,1% respecto al mismo periodo de 2024, siendo la carne bovina la de mayor participación (12,7%), con un volumen exportado de 18,6 mil toneladas.
Este cambio refleja no solo una diversificación del interés estadounidense en la economía paraguaya, sino también el posicionamiento de Paraguay como potencia agroalimentaria. “Paraguay, por su capacidad y exigencia, como gran productor de alimentos va a seguir creciendo en este rubro durante los próximos 10 años”, aseguró Kim.
Pese a los altos niveles de inversión, la balanza comercial entre Paraguay y Estados Unidos presenta un claro desbalance, según indicó el especialista de Rediex. “Paraguay mantiene un déficit comercial de aproximadamente US$ 400 millones. Eso significa que importamos mucho más de lo que exportamos a Estados Unidos”, explicó Kim. “Dentro de eso, la carne bovina congelada es la que lidera. De esos US$ 400 millones, más o menos US$ 100 millones o US$ 150 millones es carne, carne bovina congelada”, agregó.
A esto se suman productos como chía, azúcar orgánica, oro en bruto y alimento para mascotas. Sin embargo, la mayoría de estos bienes se exportan como materias primas o alimentos crudos, lo que limita su potencial de rentabilidad y generación de empleo local.
“Tenemos que dejar de exportar solo materia prima. Debemos industrializar nuestros productos, generar valor agregado. Por ejemplo, en lugar de vender chía a granel, debemos exportar barritas de cereal con chía”, sostuvo el especialista.
Mientras tanto, las importaciones desde Estados Unidos están marcadas por productos de alto valor agregado: derivados del petróleo (como combustibles), abonos minerales, vacunas, autopartes, productos electrónicos y maquinaria. Estos insumos son esenciales para el funcionamiento de la economía local, pero evidencian la asimetría estructural de la relación comercial.
“El combustible representa casi la mitad del monto que importamos de EE.UU.”, detalló Kim. En este contexto, Paraguay aparece como un proveedor marginal en el radar de Estados Unidos, lo que representa un riesgo, pero también una gran oportunidad de crecimiento.
En un contexto internacional marcado por tensiones comerciales, como las restricciones impuestas por EE.UU. a proveedores asiáticos bajo la administración Trump, Paraguay podría beneficiarse. Mientras naciones como China, Tailandia o Vietnam sufrieron aranceles de hasta el 140%, Paraguay solo recibió un 10% de incremento.
“Esto nos da una ventaja competitiva. Es un nicho que debemos aprovechar mientras dure esta coyuntura. Aún no somos un proveedor estratégico para EE.UU., pero podríamos serlo”, dijo Kim.
Jimmy citó cuatro pilares fundamentales que hacen de Paraguay un destino atractivo para que se empiece a industrializar en vez de exportar materia prima: baja imposición tributaria (clave para la rentabilidad empresarial), macroeconomía estable, población joven (el 70% tiene menos de 35 años) y energía renovable.
“El punto está en mirar más allá del mercado local y entender qué necesitan los mercados internacionales. Nosotros debemos ofrecerles eso, pero con productos industrializados”, sugirió Jimmy Kim.