Raudales sin fin: ¿Por qué esta historia se repite y cómo se podría solucionar?

Los torrentosos raudales que se forman, en Asunción y alrededores, después de cada lluvia son un problema histórico, hasta ahora, sin solución. A pesar del alto costo en dinero, e incluso en vidas humanas, las sucesivas administraciones comunales o gubernamentales poco hicieron para eliminar el inconveniente; corrupción y desidia, entre otros factores, contribuyen para su permanencia. InfoNegocios conversó con expertos para proponer una salida a una situación que se reitera periódicamente.

Asunción y el conurbano son capaces de generar los espectáculos más bizarros cada vez que cae una lluvia, que a veces ni siquiera tiene que ser muy copiosa, con situaciones que resultarían irrisorias si no vinieran acompañadas también de alguna cuota trágica.

La tormenta del último martes no solamente obligó a suspender la jornada del Asunciónico, con el resultado de artistas dando espectáculos gratuitos para los fans en las puertas de un hotel, sino que, además, originó escenas que parecían escapadas de las historias de Jumanji, con un ñandú corriendo por una avenida y un yacaré desplazándose por los raudales de Itá.

También propició situaciones dramáticas y heroicas, como la del niño aferrado a un árbol hasta ser rescatado por un sereno del peligro de ser arrastrado por el raudal, o la de los que debieron abandonar sus autos para no ahogarse en la caudalosa riada de las calles asuncenas.

¿Por qué esta historia se repite y cómo se podría solucionar? Para el arquitecto Jorge Rubiani, el problema tiene que ver con el hecho de que la pavimentación asfáltica eliminó la capacidad de absorción del agua que tiene el suelo sin pavimentar, o cubierto con otro material que no sea asfalto o cemento, por lo que la lluvia acumulada solo encuentra una superficie impermeable para discurrir.

“Empezamos a pavimentar pacíficos barrios, recoletos y tranquilos, adonde la gente se retiró para vivir su jubilación y resulta que les llenamos de un tráfico inclemente; y de paso no hemos previsto ningún estudio, ninguna solución para las correntías, ni desagües, ni se tiene en cuenta a las napas freáticas. Tampoco hay control para el lavado de los autos en las calles, para hacer mezclas en las calles”, afirmó Rubiani.

Si bien la cuestión puede tener varios orígenes, el especialista opinó que fundamentalmente es la falta de competencia, conocimiento, responsabilidad y visión de las autoridades las que hacen que el problema se agrave. “Con ese combo sideral de incompetencia y de imprevisión, obviamente que las calles no dan abasto cuando vienen las lluvias”, apuntó y recordó que Asunción solo tiene un 19% de cobertura en desagüe.

El arquitecto y excandidato a intendente de Asunción, Ricardo Meyer, coincidió con Rubiani en que el asfaltado sin planificación es uno de los causantes de los raudales, agravado por el taponamiento de los arroyos y cauces naturales que existían antaño, sin olvidar que incluso los desagües pluviales actuales suelen quedar obstruidos por la basura que arroja la gente y por la falta de mantenimiento.

En cuanto a cómo solucionar esta situación repetida, o empezar a hacerlo, Rubiani dijo que en primer lugar se debe dejar de asfaltar sin considerar un sistema subterráneo que permita filtrar el agua de lluvia.

Meyer apuntó que la solución es instalar sistemas de desagüe pluvial porque, está comprobado, si bien no elimina totalmente los raudales, al menos los minimiza. También propuso pavimentar con materiales que permitan la absorción del agua.

En el caso de los desagües el obstáculo es el alto costo de la inversión necesaria. Meyer dijo desconocer cuánto demandaría la construcción de un sistema de disposición de las precipitaciones pluviales, y aclaró que el precio final dependerá de cada zona a ser cubierta.

El concejal por Patria Querida, Álvaro Grau, mencionó en redes sociales que la municipalidad capitalina recaudó en tres años alrededor de G. 10.000 millones en concepto de tasa por desagüe pluvial, pero que esa suma no fue destinada al fin para el que fue cobrada.

Sobre el punto, Meyer manifestó que “lastimosamente todos estos años esas tasas no se utilizaron para lo que se cobraron; si no, se hubiera hecho un fondo para acometer las obras”, aseveró.

Rubiani reflexionó al respecto que “la corrupción cuesta vidas, no solamente dinero, y no lo dimensionamos porque nadie se ocupa de hacerlo, porque estamos desencantados; de qué vale que denunciemos o señalemos los errores si no hay corrección”.

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