Las zonas con más relevancia en este rubro son el departamento de Itapúa, Alto Paraná, Canindeyú y Caaguazú, con una generación de trabajo para 12.000 productores aproximadamente de forma directa, de acuerdo a Cubilla.
La cantidad de superficie cultivada de trigo para este año es de 350.000 hectáreas (estimativamente), y existe una reducción de entre 50.000 a 60.000 hectáreas, en comparación a 2018. Esto se debe a la mala cosecha de la soja, que hizo que los productores se descapitalizaran.
“Generalmente el trigo es un cultivo financiado por la soja, y como segundo punto, los bajos precios internacionales –US$ 188 por tonelada actualmente–, no son atractivos para que los productores se centren en su cultivo teniendo en cuenta los gastos que conlleva en materia de semillas, fertilizantes, maquinarias y otros elementos necesarios”, agregó.
Si bien no se tiene ninguna estimación concreta, Cubilla indicó que la intención es superar las 1.330.000 toneladas, alcanzadas en 2018, si las condiciones climáticas son óptimas (sin exceso de heladas o lluvias). Pero en caso de que las condiciones no sean las ideales, como no lo son hasta el momento, esperan igualar el promedio registrado el año pasado.
Demanda interna
Actualmente, el mercado interno demanda 700.000 toneladas anuales de trigo, y todos los excedentes son enviados a distintos mercados internacionales, aunque el destino por excelencia es Brasil. Este mercado adquiere más del 90% de la materia prima, según reportes del gremio.
“El producto final tiene como destino a las empresas molineras, que elaboran productos como harina o pastas, ya sea para su venta en el mercado interno o externo”, detalló Cubilla.
Industrialización
El Molino Harinero Sol Blanca es propiedad de la Cooperativa Sommerfeld, y está situado en la ciudad de J. Eulogio Estigarribia, departamento de Caaguazú. Allí fabrican productos a base de trigo, que comercializan exclusivamente en el mercado interno.
“Con la marca Sol Blanca comercializamos harina de trigo en presentaciones de 1,5, 25 y 50 kilos, luego tenemos harinas leudantes para confiterías o negocios gastronómicos, 10 tipos de fideos, desde espaguetis hasta tirabuzones, todos estos en presentaciones de 400 gramos, 3 y 5 kilos. También fabricamos la marca de harina Bella Flor, pero con esta nos concentramos en ciertas locaciones específicas, donde tenemos una excelente recepción de los consumidores”, comentó Karl Buhler, gerente del molino.
Entre todas las líneas procesan 62.000 toneladas anuales y este año mantendrán esta cifra, aseguró Buhler. La fábrica trabaja a tres turnos, con un total de 180 operarios de forma directa y unos 80 más de forma indirecta.
Buhler comentó que en 2018 inauguraron una planta gastronómica en el predio, instalaron áreas de laboratorio, confitería, panadería, comedor, cocinas y patio de comidas.
“La harina es un producto que no puede faltar en el hogar o en locales gastronómicos, entonces es cuestión de que podamos ir viendo en qué aspectos se puede ir elaborando productos nuevos”, concluyó.