Con cultivos instalados en Maracaná y una moderna planta procesadora en Guayaibí, Agronorte avanza en una iniciativa que combina tecnología, articulación público-privada y visión exportadora. Hoy, 30 productores asociados ya trabajan con este cultivo, y la meta es ambiciosa: alcanzar 55 hectáreas productivas para cumplir el primer compromiso comercial de un millón de kilos de pasta con una empresa norteamericana fabricante de la reconocida salsa. Si ese objetivo se cumple, el siguiente paso será multiplicar la producción por ocho.
El ingeniero agrónomo Luis Piris, responsable del rubro en la cooperativa, contó que todo comenzó a inicios de este año, cuando técnicos de Agronorte participaron de una capacitación intensiva en Ecuador. “Viajamos a conocer el manejo del cultivo, la molienda y el procesamiento. Allí vimos todo el circuito productivo y trajimos la semilla de la variedad Tabasco”, relató.
Lo que siguió fue un desafío de adaptación. Las primeras siembras iniciaron en mayo y se extendieron durante todo el segundo semestre. “Aprendimos muchísimo en estos meses. El invierno nos jugó una mala pasada, pero logramos estabilizar el cultivo. Ahora ya estamos moliendo y procesando los primeros lotes”, explicó Piris.
El proyecto no solo busca producir y exportar, sino también independizarse de la importación de semillas. Para eso, Agronorte habilitó una parcela semillera experimental, donde se trabaja en la adaptación genética de las variedades provenientes de Ecuador. “El objetivo es producir nuestra propia semilla, seleccionada y adaptada al clima paraguayo. Así evitamos depender del exterior y garantizamos continuidad al proyecto”, detalló el técnico.
Tecnología, logística y valor agregado
El ají tabasco es una hortícola exigente, aunque menos frágil que cultivos como el locote o el tomate. Requiere sistemas de riego y cobertura de mulching, lo que eleva la inversión inicial para los productores. Por eso, la cooperativa trabaja con el Banco Nacional de Fomento (BNF), que ofrece créditos a tres años con tasas preferenciales para financiar la instalación de riego. “Sin riego no entregamos ni una planta. Queremos asegurar un estándar técnico y una producción estable”, aseguró Piris.
Otro de los pilares del éxito es la logística. Dado que el ají tabasco debe procesarse el mismo día de su cosecha, Agronorte organiza rutas de recolección programadas por zonas. “Cada grupo de productores tiene un día asignado para cosechar. A la tarde, el camión de la cooperativa pasa y lleva todo directo a la planta. Es un trabajo milimétrico”, contó.
En Guayaibí, la planta procesadora cuenta con tecnología instalada y certificada por técnicos ecuatorianos, aliados estratégicos de la cooperativa. Allí se realiza la molienda y elaboración de la pasta, que luego es almacenada hasta completar los 23.500 kilos necesarios para llenar un contenedor. El primer envío está previsto para enero de 2026, y toda la producción irá exclusivamente al mercado estadounidense.
“Nosotros elaboramos la pasta base, que luego ellos envejecen por varios años y mezclan con su fórmula secreta. Es la base de la salsa Tabasco que todos conocemos”, comentó Piris, entre risas.
Un modelo que suma socios y desarrollo local
El proyecto del ají tabasco también se distingue por su enfoque social. Agronorte trabaja junto a comunidades indígenas, como Pindoyú, que participan en la producción bajo un esquema cooperativo. “Son comunidades muy organizadas, abiertas a aprender y a incorporar tecnología. Para nosotros es clave que formen parte de este proceso”, destacó el técnico.
Además, el proyecto cuenta con el respaldo institucional del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), a través de REDIEX, que facilitó la conexión entre la cooperativa y la empresa estadounidense. También el SENAVE acompañó los trámites de importación y certificación de semillas, asegurando la trazabilidad y calidad del producto.
“Todo esto es fruto de una articulación público-privada muy buena. REDIEX fue el puente que nos conectó con la empresa de Tabasco, y SENAVE nos ayudó con los procesos sanitarios. Sin ese apoyo, difícilmente hubiéramos llegado hasta acá”, reconoció Piris.
Paraguay con sabor a futuro
A mediano plazo, Agronorte planea consolidar su planta como polo agroindustrial regional, sumando más productores y diversificando productos derivados del ají. Pero más allá de los números, este proyecto representa un cambio de mentalidad. “Nuestros socios vienen del sésamo y otros cultivos extensivos. Pasar a un cultivo intensivo y tecnificado como este no es fácil, pero el entusiasmo está. El productor paraguayo se adapta rápido y le pone ganas”, valoró el ingeniero.
El ají tabasco paraguayo, aún en su primera etapa, ya simboliza el potencial de un agro que innova, se organiza y agrega valor. Con cada hectárea sembrada, cada kilo de pasta producida y cada comunidad que se suma, Paraguay construye un nuevo capítulo en su camino hacia la agroindustria inteligente, con sabor, identidad y visión exportadora.