Adrián Burger, propietario y gerente de la firma, contó en diálogo con nuestro medio que la historia comenzó hace unos 13 años, impulsada por la inquietud de su padre y la búsqueda de granos y harinas orgánicas para consumo propio. “Empezó con conocidos que preguntaban dónde conseguir trigo o harina que sea orgánica. De a poco fue creciendo hasta convertirse en una empresa conformada, con más de 10 años de experiencia en el rubro”, explicó.
La planta de fraccionamiento está ubicada a pocos kilómetros del centro de Caacupé y desde allí se organiza toda la logística. El modelo de negocio se basa en el acopio en grandes volúmenes —de 500 a 1.000 kilos— de granos, harinas y semillas, que luego son fraccionados en presentaciones de medio o un kilo para su distribución bajo la marca Reserva Ecológica Caacupé.
La oferta es variada y se adapta a la disponibilidad del mercado local. Mientras que productos como semillas y harinas provienen en su mayoría de la producción nacional —en alianza con pequeños, medianos y grandes agricultores—, otros como frutos secos y quinoa deben importarse debido a cuestiones climáticas. “Los frutos secos los traemos de Argentina, Chile y Estados Unidos. La quinoa, en su mayoría de Uruguay, aunque también entra desde Brasil”, detalló Burger.
Además, la empresa distribuye lácteos de marcas locales como Agua’i y Jopói, llegando a importantes cadenas de supermercados en el área central. En total, la compañía ya trabaja con entre 10 y 15 cadenas comerciales, principalmente en departamentos como Cordillera, Guairá, Caaguazú, Itapúa e incluso el Chaco.
Aunque la Reserva Ecológica Caacupé todavía no exporta, ya recibió consultas de compradores de Argentina y Brasil. “Para la exportación se necesitan grandes volúmenes y todavía no estamos en esa capacidad, pero ¿por qué no pensar en eso más adelante?”, señaló el gerente, subrayando que uno de los principales desafíos sigue siendo escalar la producción sin perder el carácter artesanal y natural de sus productos.
Por ahora, el foco está en fortalecer la presencia en el área central, un mercado donde la empresa busca ganar terreno tras consolidarse en el interior del país.
Entre su portafolio, destaca un producto que combina calidad única con un fuerte componente social: la miel de mistol, elaborada por una comunidad indígena del Chaco paraguayo, donde la mayor parte de la vegetación se compone de la planta de mistol, lo cual le confiere a la miel un sabor y aroma únicos. “Ellos producen y nosotros nos encargamos de acopiar, fraccionar y hacer todo el proceso de registros sanitarios para que puedan comercializar legalmente en los supermercados”, explicó Burger.
El proyecto no solo abre mercados para un alimento altamente valorado por su pureza, sino que también genera oportunidades para familias que, por su ubicación a 600 kilómetros de Asunción, enfrentan grandes dificultades para colocar su producción.
La empresa también incursionó en un segmento innovador: la producción de tierra negra orgánica, un abono natural apto para todo tipo de plantas, desde ornamentales hasta frutales. “Es un producto que no quema las plantas, totalmente natural y orgánico”, resaltó Burger, señalando que la apuesta se alinea con la filosofía de sostenibilidad que caracteriza a la marca.
Con más de una década en el mercado, la Reserva Ecológica Caacupé refleja cómo un emprendimiento familiar puede crecer de manera sostenida apoyándose en alianzas con productores, diversificación de la oferta y apertura a nuevas tendencias de consumo.
El desafío de dar el salto a la exportación y consolidar la marca en Asunción está en la mira, pero mientras tanto la empresa sigue conquistando paladares y mercados dentro del país con productos que llevan el sello de lo natural.