El dispositivo, que abandona la clásica forma redonda para adoptar un diseño rectangular futurista, es mucho más que un cambio estético. Debajo del panel se esconde un sistema de dirección steer-by-wire, donde ya no existe la conexión mecánica entre el volante y las ruedas. Todo se transmite por cableado, actuadores y software, lo que abre un mundo de posibilidades: menos peso, más espacio en cabina, maniobras más ágiles y un tipo de conducción que nunca existió en un auto de calle convencional.
Durante las primeras pruebas realizadas en un prototipo adaptado, el Hypersquare dejó ver su carta fuerte: la relación de giro variable. A baja velocidad, la dirección se vuelve extremadamente directa —apenas 170° bastan para ir de recta a tope—; mientras que en autopista adopta un comportamiento más progresivo y estable. Esa dualidad “pensante” es posible porque el sistema traduce la intención del conductor en tiempo real, sin depender de engranajes ni barras metálicas.
Pero como toda innovación profunda, la primera versión trae desafíos. Algunos testers comentaron que, en curvas lentas, la dirección respondía “demasiado rápido”, una sensación propia de los prototipos donde el chasis aún no está calibrado para esta tecnología. Peugeot explica que la puesta a punto final llegará recién cuando el sistema debute en un modelo de producción, donde software y dinámica trabajarán en conjunto.
Más allá del impacto visual, el Hypersquare representa una jugada estratégica. La marca quiere que este volante se convierta en un nuevo ADN Peugeot, un elemento reconocible a simple vista y difícil de imitar. La tecnología debutará primero en el Peugeot 208 eléctrico, un modelo popular en la región y clave para posicionar esta innovación en mercados como el nuestro.
Para Paraguay, donde el consumidor está cada vez más atento a la tecnología y los concesionarios incorporan modelos con mayor equipamiento digital, esta clase de desarrollos abre una ventana interesante. Un volante inteligente implica nuevas oportunidades para talleres especializados, importadores de componentes electrónicos y empresas que trabajan en integración automotriz. La industria local, que ya se está adaptando a la era de los autos electrificados, tendrá que prepararse también para un escenario donde el software será tan importante como el motor.
Además, un sistema sin columna física permite rediseñar totalmente el interior: más espacio, más libertad de diseño, mayor seguridad pasiva y la posibilidad de nuevos modos de conducción, especialmente cuando los autos empiecen a incorporar funciones autónomas más avanzadas. Es, en esencia, la puerta de entrada hacia el habitáculo del futuro.
En definitiva, el Hypersquare no es solo un volante llamativo. Es una declaración de intenciones: Peugeot quiere que la conducción eléctrica sea más intuitiva, más tecnológica y, sobre todo, más diferenciada. Si logran que esta experiencia se sienta natural y no intimidante, la marca podría ganar una ventaja competitiva enorme en los próximos años.