Mangabeira Cano nació hace 47 años en Asunción. Terminó sus estudios secundarios como mejor egresado en el colegio SEK Paraguay. En ese momento inició su vida laboral en la empresa de su madre en el área de comercio exterior y despacho aduaneros, además de realizar estudios terciarios en administración de empresas y management. En el 2000 ingresó al incipiente negocio del reciclaje en lo que en aquel momento era una pyme, Brassur SA. A partir de allí comenzó su carrera y formación a nivel internacional en la industria de reciclaje.
¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Comenzó siendo yo muy joven. Al día siguiente de cumplir 19 años comencé a trabajar en la empresa de mi madre, ingresando en la posición más baja para aprender a trabajar y comprender el sacrificio desde el lugar más bajo que se ocupa en una organización, creciendo posteriormente dentro de ella en la medida en que me formaba y aprendía, llegando a ocupar el cargo de gerente general a los 24 años de edad.
Ahí surgió la oportunidad de asociarme a lo que en ese momento era una joven y pequeña empresa que buscaba iniciarse dentro del sector reciclaje, desarrollando así mi pasión por la industria desde el 2000, y dando inicio a un grupo empresarial fundamentado en industrias sustentables dentro del desarrollo de la economía circular en el país. Hoy estas empresas son líderes y reconocidas a nivel internacional por las mayores multinacionales del mundo y asociaciones de reciclaje.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Desarrollarse como empresario no es fácil para nadie, como toda actividad o profesión. Son miles los obstáculos que uno debe sobrepasar y creo que justamente en eso consiste el día a día de quien desea progresar sanamente.
Particularmente, inicié mi vida laboral en años muy duros para la economía paraguaya, a mediados de los 90 y principios del 2000. Teníamos un PIB que era un cuarto de lo que es hoy, un sistema tributario con una carga del 30%, con la que era imposible desarrollarse, tasas de interés tres veces más altas que en la actualidad -incluso considerando que hoy están altísimas-, poquísima infraestructura y alta falta de mano de obra calificada.
Los que iniciamos nuestra carrera empresarial en aquellos tiempos tuvimos que pasar esos obstáculos además de otros para ir desarrollándonos en el sector que nos tocó.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Formar parte de un grupo de personas y profesionales que han desarrollado un sector que en el Paraguay no existía como lo que es hoy: la industria del reciclaje, creando más de 25.000 empleos a través de recicladores en todo el país, o como yo los llamo, servidores del medioambiente, personas que por postergaciones socioeconómicas y culturales encontraron en el reciclaje una opción honesta para iniciar un proceso de transformación de su condición económica. Miles de ellos hoy son empresarios medianos y pequeños que han logrado, gracias a su trabajo, que sus hijos estudien, sean profesionales en diferentes áreas y también empresarios del sector.
Y también, saber que todos los días este sector de la economía disminuye la huella de carbono mediante el reciclaje de desperdicios.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
No solo el empresario paraguayo; todos los paraguayos tenemos mucha resiliencia. Considero que es así porque somos una nación reconstruida de las cenizas luego de 1870. Entonces el empresario paraguayo es fuerte y decidido, prospera más allá de las adversidades.
No quiero mencionar defectos, sino que existen oportunidades de mejorar. Creo que los empresarios paraguayos debemos desarrollar más la capacidad asociativa y el fomento a las cadenas de valor entre nosotros. Un ejemplo que tenemos al respecto es la capacidad demostrada por las cooperativas menonitas.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
No pensar que el Paraguay es chico, sino conocer sus limitaciones y potencialidades. Le diría a un empresario que nuestro país no es chico, que es grande y que busque hacer algo pensando en ser el mejor y referente no sólo local sino internacional, que no decaiga, que persevere siempre.
¿El empresario actual debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
La formación es fundamental. Un empresario sabe un poco de todo, y cuanto más capacitado esté, más herramientas de aplicación tendrá en su actividad. Es una mezcla de capacidades, habilidades y conocimientos, con un factor potenciador que es la actitud.
¿El Estado es un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
No podemos mirar al Estado como un problema, debe ser un aliado, no hay forma de alcanzar desarrollo sin Estado.
Le reclamaría mayor articulación, con segmentación de las necesidades de cada sector en particular para poder desarrollar nuestro país alcanzando empleo pleno y crecimiento sostenido. El Estado se debe integrar y trabajar como un motor donde cada parte sea el engranaje de un todo, no como viene haciendo en muchas áreas como si fueran departamentos estancos, limitando así en muchos sectores el desarrollo por falta de acción estatal.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
Recomiendo dos: primero, La Biblia; segundo, Vive tu sueño, de John Maxwell.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Estar con ellos, trabajar con ellos, luchar codo a codo. El empresario debe ser un líder para mostrar el camino a seguir, pero un compañero en el proceso.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Como estoy en la industria del reciclaje, cada vez que siento que no puedo más, encuentro la manera de reciclarme, parando la pelota, analizando el contexto, poniendo en perspectiva la situación, fijando el objetivo, trazando el camino y continuando con fe.