Según la ONU, las ciudades consumen una gran parte del suministro energético mundial y son responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y un nuevo informe del Banco Mundial (BM) sugiere que las ciudades son una de las claves para solucionar la crisis climática. Se estima que para el 2050 las ciudades serán el hogar de casi el 70% de la población mundial.
“La ciudad tiene un rol importantísimo en la incidencia en lo que afecta al cambio climático porque a pesar de su pequeño tamaño, en comparación con el territorio global son las que generan mayores afectaciones. Entonces hay mucha responsabilidad de parte de las ciudades para incidir de manera positiva en este proceso”, afirmó Federico Franco Troche, especialista en gestión de ciudades y desarrollo urbano.
El BM también informa que entre 1970 y 2021, la cantidad de personas que vivían en las ciudades aumentó de 1.190 millones a 4.460 millones, y la temperatura de la superficie de la Tierra se incrementó 1,19 C por encima de los niveles preindustriales. Es innegable la responsabilidad de las ciudades en el cambio climático. ¿Cómo pueden aquellas ayudar, si no a revertir, los efectos nocivos de este problema?
“El cambio climático es irreversible y lo que podemos hacer es no contribuir a más cambio aportando más contaminantes, gases de efecto invernadero, con medidas paliativas, alternativas, como no incentivar formas de ocupación de suelos, resolver los problemas de movilidad, y fomentar la arborización a través de políticas públicas que tienen que ser de carácter metropolitano, porque cada municipio por sí solo no lo va a lograr”, dijo la arquitecta Mabel Causarano, experta en planificación urbana.
Dos instrumentos con los que deben contar todas las ciudades son el plan de desarrollo urbano ambiental y el plan de desarrollo sostenible, en los que se establezca cómo se ocupa el territorio. “Así vamos a tener protegidas zonas de fundamental importancia para la captura de carbono y para la permeabilización de los suelos, de tal manera a no generar islas de calor y para la resiliencia de la ciudad”, agregó Franco Troche.
El experto consideró que un factor que atenta contra la eficacia de los planes públicos es la falta de institucionalidad para llevar adelante. Insistió en que la responsabilidad recae sobre los tres niveles gubernamentales del país: nacional, departamental y municipal.
“No tenemos aún las capacidades instaladas, sobre todo a nivel local, para incidir en las políticas públicas”, resaltó. Explicó que los gobiernos departamentales son los responsables de coordinar entre los municipios la puesta en marcha de los planes, pues de lo contrario estos perderán eficacia si cada comuna actúa por su cuenta.
También destacó la necesidad de generación de espacios públicos, otro aspecto en los que las ciudades paraguayas, y principalmente la capital y su área metropolitana, son deficitarios. “Tenemos un porcentaje muy bajo de espacios públicos por habitante y eso perjudica la salud y la calidad del aire. Asunción perdió el 50% de sus espacios públicos y la mitad de sus barrios no tiene plazas, que son captadoras de agua de lluvia, y son parte de las cuencas de los arroyos, espacios de escurrimiento de las aguas”, indicó.
Otro problema es el de la movilidad, ya que tenemos un sistema que es altamente contaminante e ineficaz, por lo que no solamente urge cambiar la matriz energética, sino diseñar un sistema de movilidad eficiente.
“El Estado debe incentivar movilidades alternativas. No tenemos un sistema de transporte apropiado a la demanda. Para tramos cortos se debe optar por la movilidad no motorizada, pero para ello se necesita que las sendas de desplazamiento estén en condiciones. No hay veredas en buen estado; tiene que haber un mejoramiento vial para que lo alternativo se pueda dar, agregó Causarano.
En otros países es obligatorio el uso de normas de construcción sostenibles como techos verdes y sistemas de reutilización de las aguas. “Hay normativas, pero no se ha masificado porque no hay suficientes incentivos”, apuntó Franco Troche.
Como concluye el BM, frente a un clima cambiante una ciudad solamente puede llegar a ser próspera si se convierte en una ciudad verde, resiliente e inclusiva.
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