-Los negacionistas del cambio climático descalifican los informes como el que publicó ahora el IPCC, ¿son realmente confiables este tipo de reportes?
-Para contestar esa pregunta uno tiene que remitirse a la ciencia. A finales de los 80 (del siglo pasado) se creó el IPCC, que tiene el objetivo de hacer ciencia. Estamos hablando de 1.500 científicos de muchos países que se dedican a entender mejor cómo funciona esto del cambio climático y qué impacto tiene. Emiten un informe cada seis años en donde muestran los avances de su investigación. Y claramente los impactos tienen que ver con una variabilidad climática mucho mayor.
-¿Qué implica eso?
-Eso significa que en algunas zonas del mundo podés tener sequías muy profundas, como la que afecta al Paraná en este momento, o inundaciones gigantescas como las que tuvo Alemania hace un mes. Los científicos comprobaron que desde hace más de dos décadas hay un incremento de los eventos extremos y eso tiene un impacto gigantesco en la economía y en la sociedad. Países como Alemania pueden recuperarse relativamente rápido en su capacidad de inversión, pero eso no ocurre en países como el nuestro. Una sequía como la que tenemos afecta seriamente a la producción de energía hidroeléctrica. El caudal del Paraná suele ser, en tiempos normales de 13.000 litros por segundo y hoy está en 4.000. Y el impacto no es solo en energía eléctrica sino también en la logística, encareciendo los costos, que a su vez se traslada a los precios, generando inflación.
-También se acusa a cierto lobby de izquierda o progre de estar detrás de estos informes.
-La ciencia no tiene ideología, no es de izquierda ni de derecha. Estamos hablando de un grupo de científicos que viene repitiendo esto hace mucho tiempo. Y los países más adelantados en cómo encarar esto no son precisamente países de izquierda. Estos países están impulsando medidas muy drásticas porque entienden que no hacerlo va a significar un costo mucho mayor.
-¿Y las empresas?
-Las empresas también, sobre todo las grandes corporaciones, que vienen encarando planes de mitigación y de adaptación al cambio climático que son muy agresivos. Y es porque se dan cuenta del impacto y porque los consumidores demandan eso, se volvieron muy exigentes y vigilan que las empresas se estén comportando de manera responsable. Así hasta la clase política se da cuenta de que tiene que regular. Pero a veces tienen que ocurrir tragedias o daños muy grandes para que se den cuenta.
-¿Se puede cuantificar cuánto pierden las empresas por el cambio climático?
-Se puede calcular. Hay análisis que plantean eso y se puede hacer en nuestro país. Por ejemplo, con esta sequía ¿Cuántos recursos menos ingresaron en concepto de royalties? Creo que algo así como 5% menos, que traducidos en dinero son como US$ 100 millones. El incremento del costo del flete fluvial ya está en 300%. Cada vez más se recurre a este tipo de análisis para despertar la conciencia sobre esta situación.
-¿Qué es lo más importante a tener en cuenta para Paraguay en este escenario?
-La parte central es cómo nos adaptamos a los impactos. Debemos tener investigaciones para variedades agrícolas que soportan mejor el estrés hídrico, mayor claridad sobre qué hacer con una bajante de río, dragados adecuados, zonas que se puedan transitar, mapas de vulnerabilidad, en qué zona del país pueden ser más afectadas y qué podemos hacer para encarar esa situación previamente, sistema de alerta temprana a las catástrofes
-¿Cíclico o responsabilidad humana? También están quienes dicen que el calentamiento global es algo cíclico y que no tiene que ver con la actividad humana.
-La abrumadora mayoría de la evidencia científica que se tiene apunta a que la intervención humana acelera estos procesos de manera significativa, por la emisión de mayor cantidad de gases de efecto invernadero. Y eso es de origen antrópico.
-¿Es unánime esta posición?
No. Hay grupos muy pequeños, y estoy hablando del menos del 1% que tienen otro planteamiento, dicen que es cíclico. Pero cuando tenés al 99% de la ciencia a nivel internacional en una dirección ¿por qué no habría que creerle?
-¿Cuál es la participación de Paraguay en el problema?
-A nivel mundial el problema está en cómo se produce energía, que es lo que mueve todo. Casi el 80% de la energía que el mundo necesita para funcionar viene de fuentes fósiles, el carbón mineral, que es el más sucio, el gas natural y el petróleo, que son los más contaminantes. En ese sentido Paraguay es una excepción, porque nosotros producimos energía a partir del agua que es una energía renovable, y lo que el país emite es insignificante, algo así como el 0,1% del total mundial. Nuestro impacto es mínimo, pero sufrimos las consecuencias del cambio climático. Nosotros tenemos que apuntar a la adaptación, tenemos que tener mucho más claro en dónde están los impactos potenciales, qué puedo hacer al respecto, cómo me puedo adaptar mejor, qué tipo de productos agrícolas necesito para encarar esto.
-¿De dónde proviene la mayor parte de las emisiones de Paraguay?
-La mayor parte de las emisiones provienen del cambio del uso del suelo, que es una forma elegante de llamar a los procesos de deforestación; y de la fermentación empírica, que es el proceso digestivo de la ganadería. Tenemos que mejorar la eficiencia, y la siembra directa es una forma de lograrlo y te genera ahorro en las emisiones porque se usa menos fertilizantes; también mediante la ganadería silvopastoril, la pastura en medio de bosques.
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