“Asociaciones como la UIP y otros gremios defienden los intereses de sus asociados, o sea, mantienen una voz que defienda las políticas que a veces no están alineadas al sector”, puntualizó el expresidente. Además, destacó que, en un país como Paraguay, los niveles de inversión del Estado, de crédito, de la producción de ciencia y tecnología fueron escasos o ausentes, pero la UIP muchas veces logró incentivarlas.
“Hoy tenemos una nucleación que hace que los gobernantes de turno entiendan que hay que invertir”, sostuvo Stanley, quien dio como ejemplo la lucha contra el contrabando, un problema que sería mucho mayor si no existiese un gremio como la UIP.
Sobre el tema, Stanley dijo que es muy difícil competir contra empresas que hacen de la evasión su ventaja comparativa y a la larga lo que ocurre es que se inviabiliza la política de la generación de valor agregado. Asimismo, aclaró que el desarrollo económico de un país no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para dar respuestas a las demandas sociales que tienen los ciudadanos en materia de educación, salud, infraestructura, trabajo, vivienda, etc.
“La industria tampoco es un objetivo en sí misma, es uno de los medios que generan mayor valor agregado, empleo y oportunidad de inversión. Es por eso que los países necesitan desarrollar sus sectores industriales, no por una especie de fanatismo”, argumentó el expresidente de la UIP. “Anteriormente los países más desarrollados eran aquellos con mayor industrialización, sin embargo, eso cambió y ahora es el momento de los países con más tecnología e innovación”, aseguró.
No obstante, añadió que es difícil crear tecnología divorciada de los demás sectores de la economía y enfatizó en que las investigaciones sobre innovación, que adquieren mayor profundidad, son aquellas ligadas a rubros con mejor productividad. Paralelamente, Stanley enmarcó que la participación de la industria en el PIB paraguayo es baja, incluso si se suman los indicadores del sector manufacturero y el de la construcción.
La industria, la manufactura y la construcción “no llegan ni al 15% del PIB, mientras que en los países desarrollados superan largamente el 40% y llegan al 50% en el mejor de los casos”, detalló.
Por último, Stanley resaltó que en Paraguay existen elementos de desarrollo como la mano de obra, la energía eléctrica y demás pilares que son beneficiosos para pensar en una salida de la dependencia de la producción de materias primas.