Desde Filadelfia, Tucosfactory transforma frutos silvestres en mermeladas, harinas y condimentos

Tucosfactory toma frutos silvestres para convertirlos en productos con valor agregado. Este negocio que empezó como un emprendimiento personal tiene ambiciosos planes para la zona: industrializarla, fomentar el turismo gastronómico y en un futuro, exportar su producción. Cuentan con siete diferentes mermeladas: cactus, molle, mistol, rosella, tamarindo, quinoto y meloncito.

La empresa nació en 2018, tras el registro de marca, que empezó como emprendimiento personal, pero con una personería jurídica. Luego a fines del 2019 construyeron su propia fábrica en la cual están actualmente produciendo. La empresa está ubicada en Filadelfia, departamento de Boquerón, Chaco.

 “Actualmente trabajamos con cinco frutas silvestres y cinco frutas introducidas al Chaco, las cuales estamos transformando en mermeladas, harina y condimentos, también algunos cafés o suplementos de café”, indicó Aeline Friesen, propietaria de Tucosfactory EIRL.

Las frutas silvestres son el algarrobo, cactus, molle, mistol, ají picante o ají del monte. Los frutos introducidos, que serían exóticos para el Paraguay, son la rosella, tamarindo, quinoto, un tipo de melón importado por los menonitas desde China, de un tamaño pequeño, y sorgo para producir harinas libres de gluten.

“Buscamos algo donde podamos transformar frutas frescas en alimentos y de darle una vida útil más larga. Si vamos a trabajar solamente con las frutas frescas, tendríamos apenas dos o tres semanas de trabajo y después ya no podríamos darle provecho y tampoco llegar a un mercado tan amplio”, explicó.

Por tal motivo decidieron trabajar en la elaboración de mermeladas, harinas, condimentos y suplementos de café, que a su vez no requieren de refrigeración para la distribución.

“Ofrecemos productos de algarrobo como la harina, jarabe, galletitas, ají molido, un condimento llamado merquén, una imitación de lo que es el merquén de Chile, que es un condimento de un ají silvestre mezclado con semillas de cilantro y sal de mar, pero con un toque ahumado y está pensado principalmente para el plato terminado, como por ejemplo la pizza”, especificó.

Así también, la harina de sorgo, que es libre de gluten; rosella disecada en flor entera y en polvo para el consumo del té; tamarindo pelado para los restaurantes orientales que lo usan para preparar sus salsas o establecimientos mexicanos y centroamericanos que lo emplean para el agua de tamarindo.

“En la parte de sucedáneos de café, tenemos dos diferentes, una de ellas es de la fruta de mistol, que en guaraní lo llamamos mbokaja’i, así que es café de mistol y el café de sorgo”, añadió.

Los productos más requeridos son la mermelada de cactus o tuna, rosella y tamarindo. Así como también la harina de algarroba y las galletitas de algarroba.

Crecimiento y proyecciones

“Nuestro crecimiento respecto al 2021 fue del 30% en cuanto a ventas. El 2022 arrancó difícil, se notaba la recesión, pero luego con el aumento del salario mínimo y fiestas, las ventas aumentaron, especialmente porque se presta muy bien el producto para las canastas navideñas”, señaló.

Y para este 2023 buscarán seguir creciendo y la meta es llegar al 30% de crecimiento, así como seguir trabajando y abarcando el mercado nacional.

“En ese sentido todavía trabajamos con las formalizaciones. Desde fines del 2021 empezamos la última etapa de formalización, que es el registro de la empresa en el Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN), así como también de los diferentes productos alimenticios”, manifestó.

Actualmente, cuatro de los productos están totalmente formalizados, los demás en proceso. “La idea es llegar a cubrir más mercados, entrar a los negocios formales de ventas, gourmet y supermercados para Gran Asunción y Asunción. En 2023 y a futuro queremos exportar. Todavía no podemos comprar toda la materia prima que se ofrece, así que tenemos que crear más mercado”, aseveró.

Enfoque social

Aeline comentó que con la recolección de frutas ayudan a las etnias ayoreos, guaraní occidental, ubicadas en la frontera con Bolivia, donde no hay oportunidades laborales. También llegan a mujeres de la etnia nivaclé.

“Buscamos darle la oportunidad de vender sus frutos comestibles del bosque. Tenemos cinco objetivos, uno de ellos es la generación de mano de obra, especialmente para mujeres aborígenes de las zonas rurales como urbanas. También queremos mostrar la interculturalidad chaqueña”, dijo la emprendedora, quien, además, añadió que se proponen fomentar el turismo gastronómico, ya que la gente quiere llevar recuerdos de la zona, que no siempre sea artesanía.

“Después queremos industrializar más la zona de Filadelfia”, puntualizó. Por último, consideró que el aspecto más importante, que es el de valorar el medioambiente. “Eso lo hacemos incluyendo y valorando más los árboles frutales silvestres, es decir, hacemos productos forestales no maderables de aquellos árboles que producen frutas que son comestibles, que son saberes ancestrales, que lo transformamos ahora en un alimento”, adujo.

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