A pesar de que el derecho a la seguridad social está consagrado internacionalmente y la cobertura mundial ha crecido (el 52,4% de la población ya está cubierta por al menos una prestación), la región enfrenta déficits estructurales que persisten.
En entrevista con InfoNegocios, Montt señaló que la alta informalidad laboral sigue siendo un obstáculo crucial. La OIT identifica áreas críticas de desprotección que se suman a esta informalidad, como la desocupación, la maternidad y las prestaciones familiares. En el caso paraguayo, al depender del subsidio por maternidad del IPS, solo el 29% de las mujeres en edad fértil están protegidas. Además, la ausencia de seguros de desempleo deja a solo el 10% de la población activa cubierta ante la pérdida de trabajo.
A estos desafíos tradicionales se suman riesgos que cambian rápidamente: el envejecimiento poblacional acelerado, la migración y un nuevo factor determinante: el cambio climático y la degradación medioambiental, que atentan contra la seguridad de ingresos de las personas.
El contexto actual complica la financiación de estos sistemas. El especialista de la OIT advirtió sobre el menor espacio fiscal para financiar mejoras basadas únicamente en esquemas no contributivos (aquellos pagados por el Estado mediante impuestos). Por ello, la solución de fondo requiere un esfuerzo continuo por extender la cobertura a través de la formalización laboral.
Montt fue enfático al señalar que, dado el rápido envejecimiento de la región, los problemas de financiamiento en las cajas de previsión no pueden esperar. Procesos de reforma que fueron exitosos en otros países, como Uruguay, se basaron en dos pilares fundamentales que Paraguay debe replicar.
El primero es establecer un diálogo consensuado. Las reformas son exitosas solo cuando existe un “sentimiento de responsabilidad compartida” entre trabajadores, empleadores y Estado. Es necesario construir un diagnóstico claro y sólido sobre el estado financiero de las cajas antes de que sea demasiado tarde.
Y como segundo paso, fortalecer la gobernanza; la clave está en la transparencia y la supervisión del sistema como un todo, algo que resulta difícil con instituciones a veces “lejanas y con mucha inercia”.
La Superintendencia como catalizador del cambio
En este sentido, la propuesta de crear una Superintendencia de Seguridad Social se posiciona como el primer gran paso. Montt la considera un logro importante que trasciende la simple administración individual de cada institución.
La Superintendencia, con su estructura de participación tripartita (trabajadores, empleadores y gobierno), permitirá “mantener una supervisión del sistema completo” y propiciar el diálogo para avanzar en la reforma. El objetivo de este organismo es mejorar la supervisión y fiscalización, la administración y la rendición de cuentas. Según la OIT, una mejor gobernanza ayudará a “anticipar esos flujos de aporte y de erogaciones” y así planificar los cambios de manera paulatina, evitando sacrificios drásticos en el futuro.
Al asumir la presidencia de la OISS, Paraguay tiene la oportunidad de liderar en la región, no solo compartiendo experiencias positivas sobre la formalización, sino también colaborando en la profundización de la transportabilidad de los derechos para los migrantes, un tema crucial dado el creciente volumen de movilidad en Iberoamérica. Así, la consolidación de la Superintendencia en los próximos cinco años es vista por la OIT como una gran oportunidad para direccionar los cambios necesarios con una visión de largo plazo para el bienestar de todos.
Guillermo Montt, especialista en protección social de la OIT