Según la Cappro, en el sexto mes del año, la molienda cerró su tercer mes consecutivo de caída en comparación al mes inmediatamente anterior, y se ubicó en más de 30.000 toneladas por debajo del promedio de los últimos tres años.
Con esto, la actividad en las industrias se mantiene por debajo de lo que cabría esperar debido a las deterioradas condiciones de competitividad en la que se encuentra el sector a causa de los constantes cambios de regla, que este año se ven intensificadas por la fuerte demanda de granos desde las fábricas argentinas, que sufren un quiebre de cosecha a causa de la sequía.
Más que una recuperación luego del 2022, este año marca una vuelta a la tendencia negativa en el agregado de valor a nuestras materias primas agrícolas, incluso con buenos niveles de producción en el campo.
Entre enero a junio del 2023, se procesaron 1.426.609 toneladas de soja (un incremento de 8,7% con respecto al mismo periodo del 2022) y 42.023 toneladas de otros granos, lo que suma un total de 1.468.632 toneladas. Si hablamos particularmente de la industrialización de la soja, se observa una tendencia decreciente desde el 2018, cuando en el primer semestre se procesó 1,91 millones de toneladas y en los años siguientes la cifra fue disminuyendo, hasta llegar a 1,31 millones de toneladas en 2022.
Con este nivel de molienda, el aprovechamiento de la capacidad nominal dentro de las fábricas ha alcanzado el 61%, mismo nivel con el que se cerraba el mes pasado, pero por debajo del promedio para este periodo en los últimos tres años.
Considerando el gran ritmo al que se dieron las exportaciones de soja en estado natural, con destino principalmente a las fábricas de Argentina, la situación en el segundo semestre sería nuevamente complicada para la industria aceitera nacional, ya que más del 58% de la estimación de cosecha ya ha sido o industrializada o exportada en estado natural en estos primeros seis meses del 2023.