A medida que se acercaba la fecha de entrega me desesperaba porque no tenía idea sobre qué escribir. Podría ir por lo seguro y hacer un artículo sobre tips de diseño gráfico o cómo ser un buen director de arte o directora en mi caso. Ok, no iba a escribir sobre nada de eso porque a pesar del cargo que ocupo o la trayectoria que tengo, no me siento tan cómoda dando ese tipo de consejos públicamente.
Decidí hablar sobre qué es ser “gente” en este rubro y si es posible serlo.
Sabemos que por definición la palabra gente es el sustantivo colectivo de personas, pero en las conversaciones cotidianas lo solemos usar como un adjetivo positivo o una virtud, ejemplo: fulana o fulano “es gente”. En este artículo lo usaremos de esa manera.
“Ser gente” en un contexto laboral publicitario se puede ejemplificar en distintas situaciones:
Trato entre compañeros
El hablar de frente sin miedo, con respeto y no escudarse en el mail para decir las cosas que se deben decir en la cara. Los compañeros de trabajo son nuestro equipo, no nuestros rivales.
Como directores creativos o de arte
Ser gente es pasar con criterio y objetividad y no hacer comentarios degradantes o con un tono soberbio. Nuestro trabajo es enseñar y pulir los talentos. Es importante conocer la actividad de todo el departamento y el modo trabajo de cada uno, para poder dirigir con propiedad.
Nuevos talentos
Podés tener grandes ideas, pero eso no significa que funcionen y que sean aplicables. Siempre es importante escuchar, asimilar y saber manejar las críticas. Hay gente con años de experiencia que ya conoce los resultados de ciertas acciones.
Con las ideas frescas de gente joven y apasionada, sumada a la experiencia de quienes ya llevamos más años en esto, se pueden llevar a cabo proyectos que realmente funcionen para el cliente y los consumidores.
A diferencia de otros lugares de trabajo, el ambiente de las publicitarias(http://ojodepez.com.py/blog/80/porqu-contratar-agencias-de-publicidad-y-no-equipos-in-house) es más relajado en el sentido de formalidad, inclusive en el relacionamiento con los directores. Hay como un aire de juventud, juego y diversión, casi siempre, lo cual está bueno para crear. La juventud es sinónimo de despreocupación, libertad, pensar fuera de la caja y miles de cualidades que cada vez que nos hacemos más grandes vamos perdiendo.
Además de todo este ambiente relajado y divertido que mencionamos antes, tenemos un lado súper competitivo entre agencias por cuentas o premios y entre compañeros de trabajo por puestos o notoriedad, que está bueno siempre y cuando se controlen los egos. Por lo general, este último aspecto, el ego descontrolado es lo que opaca todos los aspectos positivos de nuestro rubro y es la percepción que la gente en general tiene de nosotros.
Tener un poquito de ego (o amor propio) es esencial para sobrevivir y sobresalir en este trabajo, ya que el 90% de las veces uno debe lidiar con rechazos o comentarios no muy agradables, a veces con razón y otras veces sin sentido, por parte de clientes y jefes. Nadie en este ambiente es ajeno a esto, pero cuando la pegamos con una campaña o idea pequeña es la sensación más genial que hay y la satisfacción de saber que venir a batallar todos los días vale la pena, y es ahí cuando nuestro ego se siente mimado.
Todas esas frustraciones y rechazos quedan atrás y creemos que somos los genios de la creatividad, muy bien, hay que creer en uno y aplaudirse los éxitos (“si vos no te querés, nadie te va a querer”, me decía siempre mi mamá). Podés llevar tu ego a niveles impensables y convertirte en una persona insoportable, o parar la pelota, respirar y acordarte de ser gente.
Si bien nuestro trabajo es importante, lo amamos y queremos sobresalir, no estamos por encima de nadie y esta es una verdad en cualquier contexto.
En conclusión, no nos olvidemos dónde estamos y de “ser gente”. A pesar del cargo, las responsabilidades, el día a día, el estrés o la buena onda siempre recordemos esa pequeña humildad que hace que logremos las mejores cosas.