“Puede haber un shock en que la población tiene, por algún motivo, algún tipo de explosión de ingresos, que hace que aumente fuertemente la demanda y por tanto eso se responde con aumento de precios”, indicó desde el punto de vista de la demanda.
Contrariamente, si surge desde la perspectiva de la oferta, que es generalmente cuando hay complicaciones en cadenas logísticas y el suministro, como ocurrió con la apertura económica tras la pandemia, entonces se ajustan los precios.
Vale recordar que varias fábricas se vieron obligadas a dejar de operar o lo hicieron de forma parcial, luego ocurrió el boom de demanda de bienes y servicios a nivel mundial con una oferta limitada.
“No tengo todo lo que requiere el mercado, por lo tanto, se encarecen los precios. Esas son las dos vertientes de la inflación”, ejemplificó.
Además, se refirió a los ciclos de la economía nacional y que no necesariamente el ciclo de la inflación acompaña al ciclo económico. “No es que hay crecimiento económico y va a haber inflación o hay una recesión económica y hay inflación o deflación”, expuso.
En procesos recesivos, según el economista, lo que generalmente se esperaría es que los precios tiendan a bajar tratando de convertir e insertarse en ese entorno recesivo. Ese poco espacio que hay por captar alguna tajada de consumo, hace que los precios se depriman un poco.
Igualmente, aseguró que no siempre pasa como en la actualidad, en que la economía comenzó a ralentizarse a nivel mundial. Sin embargo, los precios subieron porque hay otros factores detrás, especialmente en el caso de que la oferta no pudo adaptarse a la demanda.
“En Paraguay hubo algunos procesos inflacionarios muy altos, posterior a la Revolución de 1947. También se hace mención a finales de la década de los 1980, cuando hubo una inflación importante a nivel regional. Esos fueron los picos más altos en Paraguay”, recordó.
También precisó que tradicionalmente Paraguay, antes del esquema de metas de inflación, tenía una inflación de dos dígitos, es decir, entre 10% y 12%, a lo cual estaba acostumbrado.
Posteriormente, tras el esquema y la confianza generada, el Banco Central convergió eso rápidamente a 5%, lo que más adelante pasó a 4,5% y últimamente llegó a la meta del 4%.
El efecto de esta denominación no es más que el aumento del precio y sus razones son varias, según el economista.
Entre los factores de la suba generalizada de precios, a su vez mencionó que se genera al haber mayor cantidad de movimiento de dinero que no acompaña el ritmo de crecimiento de la economía y se puede dar también a su criterio cuando hay emisiones desmedidas de los Gobiernos para algún tipo de financiamiento público.
Un ejemplo se podría identificar con el endeudamiento generado por la crisis sanitaria derivada del covid-19, donde el país quedó con una deuda de US$ 2.500 millones; equivalente a dos años de inversión en infraestructura.
“Cuando hay mucho financiamiento público, que no permea en una mayor producción de la economía, es decir, si la economía no crece y hay mucho financiamiento público, especialmente con financiamiento monetario, impresión de billetes para financiar el gasto público, también es un factor que termina golpeando a la inflación en el mediano y largo plazo”, dijo.
Para combatir este fenómeno, es tarea del equipo económico del Gobierno desarrollar la estrategia de crecimiento del país, cuyo resultado debería repuntar los índices al alza del Producto Interno Bruto (PIB). Así, la actividad económica mejora con más empleo y nuevas inversiones.
Asimismo, la diversificación de rubros también contribuye a potenciar el dinamismo económico, pudiendo dejar de depender del sector agroganadero a la hora de generar divisas y enfatizar en otros sectores de índole industrial e infraestructura vial.